22 abr 2018

DE LA CATEGORÍA ‘CIUDADES DEL SIGLO XX’




Sin lugar a duda, Benidorm es un icono del turismo. Capital europea del Turismo de Sol y Playa. El paso siguiente, Patrimonio de la Humanidad.

Benidorm es una potencia en los ámbitos urbanístico, paisajístico, ambiental y turístico; es un modelo de ciudad turística planificado en los años sesenta del siglo XX y que en el XXI sigue en evolución, amoldándose a las tendencias, gracias aún al ímpetu de sus inicios y a la ilusión que mantiene.

Ahora, en pos del reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad necesitamos que en la nueva Ley del Patrimonio Cultural Valenciano entre el concepto “Ciudades del Siglo XX” que cimentará el proceso.

Benidorm es una ciudad del siglo XX: el origen de un nuevo legado cultural que es preciso comprender y valorar. El patrimonio del nuevo paisaje urbano.


Hay que destacar el haber sido pioneros en crear un paisaje urbano -único e irrepetible- y el ser un ejemplo de modelo de turismo y ocio para varias generaciones; lo que suponen los conceptos “conjunto urbano” y “patrimonio moderno”. No el enfoque de monumento tradicional que no existe.

El Equipo de Diagnóstico ya ha dejado la hoja de ruta a las Administraciones. Urge posicionar la categoría Ciudades del Siglo XX en la ley valenciana para que el Ministerio de Cultura nos impulsa la candidatura.

Tenemos a nuestro favor dos puntos fuertes: el modelo urbanístico-turístico surgido a partir del Ensanche de Levante de los años sesenta del Siglo XX que tuvo, y tiene, una fortísima y positiva incidencia económica, social y ambiental, y la necesidad de prever la posible vulnerabilidad ante la variabilidad climática. Ambas cuestiones justifican la necesidad de proteger el Modelo Benidorm.

Nadie duda del valor que confirió a Benidorm la planificación urbanística de 1956 y la revolución que supuso el Plan de 1963: la ciudad vertical. Entre ambos hitos cabe la socialización del turismo, la universalización de las vacaciones y el éxito de esta ciudad del siglo XX que apuesta por ser destino inteligente en el Siglo XXI. Lo que no consiguió Minoru Yamasaki con Pruitt-Igoe en Detroit se logró en Benidorm: hacer ciudad y habitarla.


A nadie se le escapa que Benidorm ya ha marcado una época gracias a la popularización del turismo de masas, a la irrupción del bikini en las playas, a la sintonía entre administración, propietarios del suelo, constructores, benidormenses y turistas, en la primera nueva ciudad surgida tras la IIGM. Benidorm fue pionera en lo que hoy llamamos gobernanza y participación público-privada, en los años sesenta.

Además, en términos de sostenibilidad ambiental Benidorm no tiene parangón. La ciudad vertical minimiza el impacto de ocupación del suelo; favorece la gestión del agua -tal vez con el mayor porcentaje de eficiencia planetario (>95%)- y otros servicios; genera espacios de socialización; incita al paseo y disfrute. A Benidorm, la mayoría de los turistas llega en medios colectivos (avión y autobús) reduciendo las emisiones y asegurando una excelente calidad del aire.

En Benidorm, la estructura económica fundamental es el alojamiento, principalmente hotelero -que es un modelo intenso en la generación de empleo- y está en manos de empresas locales; las rentas permanecen en la ciudad. La riqueza está muy repartida; y lo está de forma bastante equitativa. La sociedad está cohesionada; no jerarquizada. Eso es un logro para valorar y reconocer.

Existe el concepto Nueva Ciudades del Siglo XX. La UNESCO lo reconoce a Brasilia y a otras ciudades por acciones concretas. En esa lista quiere estar Benidorm, la ciudad turística vertical. Un análisis comparativo con las integrantes de la categoría de la UNESCO da alas a Benidorm para ir a la próxima Lista Tentativa.

La propuesta de regulación de la categoría “Ciudades del Siglo XX” para la nueva Ley del Patrimonio Cultural Valenciano que se elevó desde la Universidad de Alicante (27.10.2017; Andrés Molina, Andrés Laporta, Guillermo Campos, María Jesús Poveda, Pilar Espeso y Armando Ortuño, director del Equipo de Diagnóstico) debe ser piedra angular del proceso. El tiempo corre.

El carácter dinámico de las ciudades del Siglo XX tiene que ser reconocido.

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