22 jun 2019

DE CHERNOBYL, LA SERIE; Y ASÍ LO VI YO




Pues eso, que me he chupado de pé a pá la miniserie de HBO Chernobyl. Y como aquello del 86 lo tengo fresco, pues ha sido interesante poder ir ilustrado a mi sufrido núcleo familiar las partes que el guion soslaya; que no son muchas.

Tiré de disco duro para sacar mi primer articulillo sobre accidentes nucleares (en este mismo blog está lo de Fukushima-Daiichi, pero no los anteriores) y les recordé que esto de los accidentes “atómicos” comenzó en Canadá (1952; Otawa, cuando casi se les funde el núcleo en Chalk River: sin daños personales. En el 57 el susto lo dieron los rusos en los Urales (Chelliabnsk-40, un complejo secreto conocido como Mayak) con víctimas (no hay cifras oficiales y sí especulaciones), evacuación de población civil e importante contaminación con Estroncio-90.

Los ingleses no iban a ser menos y en el entorno de Liverpool (planta nuclear de Windscale-Sellafield), en 1957, se produjo una fuga radiactiva. Y claro, tanto va el cántaro a la fuente que se les rompió a los yanquis en enero de 1961 en un reactor experimental en Idaho Fals. Tres muertos en el que fue el primer accidente nuclear en EEUU.

En el 79 los yanquis nos dieron dos sustos y una peli. Un susto en una central secreta (que también las había a este lado del telón de Acero) que yo no sitúo donde leo y sí en una localidad de muy parecido nombre en una instalación de combustible atómico para la marina donde por una fuga hubo problemas serios; Y el otro fue de telediario (lo retransmitían mañana, tarde y noche) y ocurrió en Pensilvania en la central Three Mile Island: escape de agua radiactiva. El accidente fue grave (así lo refleja la escala INES: 5 sobre 7) pero la “pena de telediario” fue decisiva: la confianza de la población en las centrales nucleares comenzó su caída en picado. La central sigue funcionando y tiene licencia de explotación hasta el año 2034. Y la peli fue un éxito: “El síndrome de China” se estrenó doce días antes del accidente de Pensilvania y fue un éxito en taquilla y en premios, como la Palma de Oro en Cannes. Ah, lo de la fusión del núcleo y que salga por las antípodas (Síndrome de China) está en contra de toda física elemental.
Escala INES


En la vieja piel de toro también tuvimos un accidente destacado. Fue en el 89 en Vandellós (Tarragona). Un incendio afectó a los sistemas de refrigeración del reactor. Fue clasificado como de nivel 3, que corresponde a un “incidente importante” aunque no provocó emisión al exterior. Tampoco hubo víctimas; pero el elevado coste de las medidas exigidas por el Consejo de Seguridad Nuclear para corregir las irregularidades detectadas determinaron el cierre definitivo. No ha sido el único, pero sí el más notorio.

Y entre los dos últimos llegamos a 1986 y a Chernóbil. Lo de la central Vladimir Ilych Lenin no fue una explosión nuclear y sí una explosión en una central nuclear; en el edificio del reactor 4. Y con dos más, entonces, en construcción. Por cierto, ya en septiembre de 1982 el reactor RBMK-1000 número 1 sufrió un accidente y sólo se comunicó a las autoridades de Energía atómica días antes del fatal accidente del reactor número 4. Transparencia.

A la 1’24 de aquella madrugada (26.04.1986) hubo dos explosiones consecutivas separadas apenas unos segundos: de la cámara y del contenedor, dejando al aire el núcleo del reactor haciendo de las suyas. Pese al enorme riesgo, los otros tres reactores siguieron funcionando. Cosas de la Rusia soviética y que la serie retrata.
El edificio del reactor 4 explotó


Me ha gustado Chernobyl; y mucho más al saber (oído en la tele) que se pedía al gobierno ruso de ahora prohibir la emisión de la miniserie y hasta se anunciaba otra “diciendo toda la verdad”. ¡Como si no se hubiera investigado lo sucedido en Chernóbil aquella madrugada y los meses siguientes! Por haber hay hasta estudios meteorológicos, fundamentales para la evolución de la nube que se generó.

No sé si Craig Mazin ha conseguido una obra maestra pero yo no le encuentro ni un pero. Bueno sí: la escena de reclutamiento de los mineros para excavar bajo la central. No, no me imagino yo así al ministro soviético de la industria del carbón; parecía de chiste. Pero eso ha debido de ser un guiño al cómic para compensar algunas escenas de víctimas de la radiación.

Yo creo que el accidente les vino grande. El País  editorializó el 16 de mayo del 86, cuando se hizo público. Habían pasado veinte días de la catástrofe: Gorvachov ha hablado. Y sus palabras: “Lo peor ha pasado”. Pero lo mejor está en el cuerpo del escrito: “El propio discurso de Gorbachov confirma que la URSS carecía de toda preparación, mental y material, ante la eventualidad de una catástrofe como la ocurrida y, en consecuencia, ha aplicado los peores métodos tradicionales del secreto de Estado. Pocas veces se ha visto con tanta nitidez que la libertad de información no es sólo una exigencia democrática, sino una necesidad inherente al mundo moderno”. ¡Tela!

Y es que la serie retrata bien, a mi entender, el estancamiento económico, al mismísimo borde de la quiebra, en que vivía en 1986 la URSS. Y mucho mejor, la foto de la crisis moral -más bien ausencia de compromiso ideológico y desidia general- que había conseguido el comunismo después de cosechar tantos fracasos.

La central donde explotó la estructura sobre el reactor RBMK-1000 número 4 producía electricidad y Plutonio 239 para uso militar (con lo que el combustible no era irradiado durante largos periodos) había desconectado todos los sistemas de seguridad para que no le estropearan un ejercicio que estaba pendiente de hacer desde hacía ocho años. Si eso no es dejadez, ya me dirán.

El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) atribuyó en un primer informe toda la responsabilidad a los múltiples errores humanos que bien se reflejan en la serie. Un segundo informe (2011), con datos no disponibles en 1986 y un análisis más profundo concluyó que, aunque los ingenieros cometieron errores, el accidente se habría producido muy probablemente incluso sin estas intervenciones: “el diseño intrínsecamente inseguro del reactor lo hacía muy inestable si se operaba a bajas potencias, como requería la prueba que se estaba llevando a cabo”. ¿Verde y con asas?: ¡Alcarraza!

El reactor 4 de la Vladimir Ilich Lenin al cabo de seis meses del accidente fue cubierto por un gigantesco cubo de acero y hormigón que en 2011 presentaba grietas y fugas, por lo que fue necesario construir (2016) un nuevo “sarcófago” (1.550 millones de euros) por la empresa francesa Novarka. Proporcionará seguridad por espacio de un siglo. dicen. Cuando en junio de 2000 Bill Clinton visitó Ucrania, el presidente Leonid Kuchma anunció el cese definitivo de la central (en diciembre de 2000) que sólo contaba ya con el reactor 3 operativo.
Maqueta del sarcófago


La pésima gestión del accidente de Chernóbil sirvió a Mijaíl Gorbachov para dar un paso adelante en lo de la perestroika y el glasnot. En Chernóbil, el glasnot (transparencia) que aseguró cuando ascendió a la Secretaría General del PCUS fue pura fachada. Y la perestroika (restructuración), aprobada en el XXVII Congreso del partido, se topó con la vieja guardia del complejo industrial-militar como demostraron los acontecimientos… y el capítulo final de la serie.

Y si bien no fue Chernóbil la que posibilitó el cambio, el que casi un año después, un festivo 13 de mayo de 1987, Mathias Rust aterrizara en plena Plaza Roja con una avioneta burlando las defensas soviéticas permitió a Mijaíl Gorbachov sustituir al ministro de Defensa, Serguéi Sokolov, y al comandante de la defensa antiaérea, Alexander Koldunov, dos momias de viejos héroes de la IIGM y comenzar el proceso.






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