30 dic 2020

DEL SOFT POWER DE ESPAÑA


Josep Nye, especialista en Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, introdujo en 1990 en el debate académico -y de ahí pasó al político- el concepto soft power, que podemos traducir por poder blando. Blando, pero contundente.

Este concepto soft power es, más o menos, coetáneo al de gobernanza, que tenemos más asimilado porque hasta en las cartas de los restaurantes hay ya sopa de gobernanza, crudités de gobernanza, gobernanza a la brasa, gobernanza a la sal y milhojas de gobernanza con helado de gobernanza. En ocasiones sirven, tras una infusión de gobernanza, un copazo de Gobernanza VSOP o un digestivo, como el licor de gobernanza, del que te aseguran que lo hay sin alcohol, a pesar de llamarlo licor. Vamos que, del concepto gobernanza, vamos servidos.

A todo esto: la gobernanza es algo así como la eficacia y calidad en la forma de ejercer el gobierno de manera que proporcione un buen equilibrio entre las acciones de gobierno, la sociedad civil y la economía.

El soft power viene a sustituir al concepto influencia (ejercida sin coerción) y coloca a cada uno “en su sitio”; dice lo que de verdad representa para el mundo.


Todo esto viene porque ha caído en mis manos el
Global Soft Power Index 2020, que elabora Brad Finance PCL, la consultora de valoración de marca líder en el mundo, y quería saber cómo estaba España. Acaba de leer lo de “La Covid19 dilapida la reputación de la Marca España” y me interesaba.

Explico mi interés en este Global Soft Power Index. Resultaba que el Country Brand Awards -que también ca de marcas- nos suspendía -con un 4’79- y nos dejaba malparados. Y como la cosa iba de marcas, yo sufriendo.+. De los 13 países europeos analizados, España quedó a la cola del ranking -en el puesto número 10-, solo por delante de Reino Unido (4,4), Hungría (4,17) y Rusia (4,08). Entre las consideraciones se puede leer que “la actuación del gobierno español -durante la pandemia en la que nos debatimos- fue duramente criticada en los medios de comunicación internacionales, que resaltaron el pobre manejo de la situación y las carencias de un sistema público de salud desbordado”.

Hasta Marruecos (5’7 puntos) nos supera en esa tabla donde al llegar a las conclusiones se dice que “Nueva Zelanda (8’09), Alemania (7’41) o Canadá (7’06), serán los primeros en recuperarse de una crisis global: no solo han demostrado un sistema interno fuerte, también han sido capaces de generar confianza en la esfera internacional”.

A este respecto de la recuperación y la competencia de los gobiernos, John Harrington, editor jefe de PRWeek, ha reconocido que “varios Estados poderosos han visto hundida su reputación por la incapacidad de los gobiernos populistas para manejar la crisis”. Y yo me doy por aludido.

Así que con la moral por los suelos me enfrento al resumen del soft power y leo en el sumario de titulares que “España es la nación más amigable de mundo, pero está rezagada en gobernanza”.  

Y, claro, después de tantas tazas de caldo de gobernanza que trasegamos por la vieja piel de toro, me he mosqueado. Aunque… viendo lo que hay en el Gobierno, pues me ha venido el bajón.


Y es que el resumen para España no tiene precio: “
Los españoles son más divertidos y amigables que cualquier otra nación”. Y es por eso, y sólo por eso que España ocupa el puesto 16 de un total de 60 naciones con una puntuación final de 47,6 en términos de soft power/poder blando. La media de los 60 países está en 40,8; con lo que estamos por encima de la media.

Y, ¿Qué han analizado para dejarnos con esa calificación que, en esta ocasión, es un aprobado raspado? Pues para la nota de cada país han ponderado la percepción en los medios internacionales y líderes de opinión de la gestión de la crisis sanitaria del coronavirus (50%) en la primera ola (que si llegan a incluir cómo lo llevamos ahora salimos peor) y la capacidad tanto para crear marca turística (25%) como marca económica (25%).

Y que estemos por encima de la media se debe, explica el informe, “en gran medida al hecho que España es sin duda todavía un referente internacional como nación de ocio y turismo, un sector que aportó 14,6% al PIB nacional en 2019”.

Gracias al Turismo -¡oído, cocina!- este país sigue siendo referente en algo en el mundo. Se aplaude la confianza que ofrece este país para el Turismo (seguridad, capacidad y calidad) y se celebra el concepto país para visitar y disfrutar (calificación 7’5), elogiándose internacionalmente la cocina española, el patrimonio histórico y el estilo de vida (mediterráneo) que exhibimos.

Y luego leo que “España destaca como una nación que ejerce influencia gracias al deporte”. Según Brand Finance Ranking Football 50 2019 nuestro principal activo es el Real Madrid Club de Fútbol. Y merengón que es uno, pues ha salido a la ventana a voz en grito con un ¡Hala Madrid! que ha dejado al vecindario mosqueado. Pero es que además somos líderes en tenis (Rafa Nadal & Co.), baloncesto, balonmano, ciclismo… ¡Soy español!: ¿a qué quieres que te gane?

Y como todo lo que sube… cae, mi exultante espíritu se vino abajo con la lectura de las siguientes áreas: Gobernanza, Relaciones Internacionales y Educación y Ciencia. En Gobernanza estamos al nivel de Polonia; mejor que Israel (lo que no sé si es bueno) y peor que Portugal (que criticamos de serie, desde la cuna). Es que nos salen en el informe índices ralos en estándares éticos y el “promedio para la estabilidad política” con respecto a los demás países de Europa nos deja malparados. Y ahí entra todo: episodios de corrupción política, la situación de Cataluña, las necesidades para construir y hacer funcionar la coalición de Gobierno y algunas salidas de pata de banco que debilitan la influencia de la Marca España en el resto del mundo.

Y no es que confíen mucho en nosotros; se lee en la página 62 lo de “Tendremos que ver en los próximos años si España puede superar estos problemas”.

El informe destaca la potencia individual de marcas españolas y del conjunto de la marca España, animando al Gobierno a ofrecer “estabilidad para la economía española” como medida para “facilitar negocios e inversiones internacionales” señalando la necesidad de hacerlo en “tecnología de punta, donde España está muy por debajo del promedio”.

Me reconforta leer -uno es que es así- que “en general, España es una nación muy influyente y tiene el potencial de ser una potencia soft power, pero problemas con la gobernanza lastran el rendimiento”. Que si quieres caldo, más tazas de gobernanza

Y aquí viene la puntilla: “La influencia no es solo la belleza de un país y su gente -que España tiene de sobra- también se trata de estabilidad y orden en casa”.

Y he sumado otro tirón de orejas. Vamos a terminar teniéndolas como las de un elefante.


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