16 nov 2021

A VUELTAS DE LA COP...

  

Nada, que ya ha terminado la COP26 de Glasgow: hacer más y ayudar mejor. (Ovación cerrada). De “la mejor y última esperanza” hemos pasado a esto. Los jefes de Estado, los titanes de la industria y la avifauna característica llegaron exultantes. Greta también llegó y dijo aquello de que “será un bla, bla, bla”. Y el sábado hubo un acuerdo que resumía Helen Mountford[1] con un “Hemos logrado avances mucho mayores de los que podíamos haber imaginado hace dos años. Pero seguimos estando muy lejos de lo necesario”.

En esto de la preocupación por el planeta y el clima, que hay a quien se le olvida, comenzamos con la Primera Cumbre para la Tierra, celebrada en Estocolmo (Suecia) del 5 al 16 de junio de 1972 y con la mosca detrás de oreja transitamos la década hasta que en 1979 el Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el contexto del programa Earth Watch, adoptó el primer instrumento internacional en materia de clima: la Convención sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a larga distancia que fue elaborando informes que fueron estimulando conciencias… pero hasta 1988 no se creó el puñetero IPCC. Lo que sí es cierto es que desde 1990 vamos a evento por año, poniédonos serios a mitad de década con las COP.

¡Qué lejos estamos de aquella primera COP de 1995! Y no lo digo por el tiempo transcurrido, si no por la cuenta que nos trae. En la COP1 se adoptó el llamado ‘Mandato de Berlín’ que exigía a las partes el inicio de negociaciones para reducir las emisiones más allá del año 2000 mediante objetivos cuantitativos y plazos concretos. Después de dos años de negociación esto se materializó en Japón, en la COP3, con la firma del ‘Protocolo de Kioto’. Hemos firmado más cosas y hemos hecho mucho turismo. En cada una de las conferencias de las partes ha surgido algo.

Esta COP26 lo más destacado -permítanme la maldad- , a tenor del pseudoperiodismo de las Redes Sociales, ha sido la “cabezadita” de Biden en Glasgow cuando su plan climático andaba atascado en los pasillos del Capitolio. Pero luego ha saltado el gran logro: los Estados Unidos y China acuerden cooperar –“intensificar la cooperación”, dice el documento- para frenar la emergencia climática. Y esto es de dos orejas, rabo y vuelta al ruedo a hombros; aunque lo anunciaran ambas delegaciones en ruedas de prensa diferentes, aunque a la misma hora (que eso es otro logro… de coordinación). China es la responsable del 30’7% de las emisiones; Estado Unidos, lo es del 13’8%. India figura en el cuarto puesto, con el 7’1%, porque el conjunto de la Unión Europea es bronce en esta cuestión con el 7’9%. Vamos, un golpe de optimismo.

Y a raíz de eso, miel sobre hojuelas, el lunes 15 de octubre, telemáticamente, Xi Jimping llamó “viejo amigo” a Joseph Robinette Biden Jr. que debía pensar del chino lo mismo que Ayuso de Sánchez (lo que dijo en “El Hormiguero”; 09.11.2021) porque China va a su bola medioambiental: van y desarrollan (además del misil hipersónico[2] que dicen que no detectaron ‘los otros’) un tren ¡movido por hidrógeno! (pila de hidrógeno y batería de litio) para seguir -erre que erre- transportando (negro, negro y contaminante) carbón desde las grandes minas de Baiyinhuca, en Mongolia Interior -una región autónoma del norte de China-, y el puerto de Jinzhou, en la provincia de Liaoning. No es el destello neuronal del que vendió el coche para comprar gasolina, pero… Pero démosles el voto de confianza y a esperar acontecimientos.

Y hablando de acontecimientos. El que más me marcó de esta COP26 fue el del regreso de Greta.

Cielos, ¡no!: es que volvió Greta con el rollo de la COP26 glasgowita. Y con ella, la cuestión de la ecologización de las economías occidentales[3].

Lo confieso: a ella, no la aguanto. Me la han hecho aborrecer los que la mediatizan, No dudo de que su postura es consecuente.

Lo otro, la ecologización -o como porras queramos llamarle- es algo que nos viene impuesto por la razón y, además, necesario. Muy necesario.

En todo esto, lo que -a veces- obviamos, es que, en los últimos tiempos, la movida de Greta y todo lo que la rodea lo explosionó la antipatía internacional (natural) hacia Donald Trump desde que comenzó a hacer gansadas en la Casa Blanca y a denostar la realidad de la situación. Y ahí entraron en escena tanto Ingmar Rentzhog[4], quien en LinkendIn se define como “Official Eco-warrior”, como Sara Magdalena (Malena) Ernman[5], la madre de Greta. Mucho antes que ellos, otros estaban en el proceso de luchar contra el cambio climático y con argumentos y razones; no con moviditas al amparo de la Internet y sus posibilidades. La lista de personas comprometidas con el Medio Ambiente y a favor de luchar contra el cambio climático es extensísima, sin tener que recurrir al populismo de Vicente. ¿Dónde va Vicente?, donde va la gente. (Y en lugar de la cita a Vicente pondremos “Monkey see, monkey do” en la versión internacional de este post).

Los comprometidos con el clima y el medio ambiente siempre han sido muchos, pero no han tenido coríferos a go-gó, ni rebaños ideologizados. Vale, les hicieron poco caso; como a Greta. ¿Hay que coger el toro por los cuernos?, pues sí; y pronto. Este tren no espera (salvo que de él tire la locomotora a pila de hidrógeno china).

En esto de los defensores del clima, echando la vista atrás, me puedo retrotraer hasta Teofrasto[6], pupilo de Aristóteles, quien ya advirtió de las consecuencias de la deforestación y su relación con las masas de agua generando efectos sobre el clima, aunque, de verdad, el primero que empieza a ponerlo todo en tela de juicio es Alexander Von Humbolt[7], en el XIX, en cuanto puso en marcha los estudios de biogeografía y climatología comparada. En 1799 inició su periplo que le llevó a determinar el delicado equilibrio en el que conviven todos los seres vivos. Vale que entonces no estaba de moda todo esto de movilización, sentimiento de culpabilidad, conciencia medioambiental, catástrofes en los telediarios y los papers científicos, lo de asegurar el futuro y que si tapatín, tapatán, pero el alemán comenzó. Y siguieron John Muir, John Tyndall, Svante Arrhenius, Arvid Högbon… y todos los grandes nombres que hemos ido desgranando en este Blog desde la década de los 50 del siglo XX; incluido James Hausen exigiendo desde el Congreso de los Estados Unidos (1988) meterle, en serio, mano a esto.

Lo de Greta Tintin Eleanora Thumberg y su iniciativa Skolstrejk för klimatet (huelga escolar por el clima) fue un puntazo, pero no pasa de anécdota movida desde las Redes Sociales y con mucho menor calado (y muchísima más publicidad) que otras iniciativas puestas en marcha por jóvenes, aún más jóvenes, como la del holandés Boyan Slat[8], la norteamericana Anna Du[9], las hermanas indonesias Isabel y Melati Wijsen, Alez Schulze, Adrew Cooper, Andres Turton, Pete Celinsky (Proyecto Seabin)… y otros muchos jóvenes sin tanto respaldo mediático y con mucha más actividad y planteamientos lógicos y eficaces.

Allá cada cual con su monserga; pero ninguno de jóvenes citados que no fuera sueco contó con la sabia y eficaz instrumentalización de la señora Ernman -y no olvidemos al ideólogo señor Thumberg- que, leo, ya preparan a su segunda hija Beata Mona Lisa Thumberg para cuestiones relacionadas con la causa feminista, que la pandemia ha postergado un poco. A favor de los Thumberg-Ernman, me rindo, la absoluta dedicación a sus hijas desde que fueran diagnosticadas.

Pero yo a lo mío, que lo cortés no empaña lo evidente: la instrumentalización.

No he conseguido saber a ciencia cierta cual fue el documental-espoleta que desató la reacción de Greta y que sus padres supieron canalizar y -así- recuperar a su hija. Iba, se cuenta hasta en un libro, sobre “islas de basura” en el Pacífico y sobre los puñeteros plásticos por los mares y océanos. Sobre esto hay docenas de grandes documentales y millones de documentos, informes y tesis. En el medio marino, la basura se encuentra en todas partes: desde el Ártico a las llanuras abisales que -antes de llegar a hundirla- la dinámica marina reparte desde las llamadas áreas fuente hacia el interior del océano, agrupando y acumulándose en los vórtices de los grandes giros oceánicos conformando esas “islas” que con el tiempo -por degradación y precipitación- terminan tapizando el fondo marino siempre que, de camino de inmersión no ingrese en la cadena trófica cuando algún pez lo confunde con alimento.

Aquí, en este Blog, ya hemos tratado esto de las islas de basura en los océanos a modo de una “sopa de plásticos” hasta una determinada profundidad. La islita del Pacífico norte tiene una “extensión” de 15 millones de kilómetros cuadrados (y España sólo medio millón[10]; vamos, como 30 Españas) con unos 100 millones de toneladas de desechos semiflotantes, localizada entre las coordenadas 135º y 155º Oeste, y 55º y 79º Norte.

El conocimiento de las “Garbage Patch” arranca en 1997, cuando Charles J Moore al regresar de la Transpac (regata de Los Ángeles a Hawái) se “sube” más de la cuenta en la derrota, lejos de las habituales rutas comerciales, y se topa, con la primera de ellas, que en un primer momento llamó “mancha” en vez de “isla”. Moore inició entonces una cruzada de concienciación, escribió artículos y hasta fundó la Algalita Marine Research and Education… y nadie le da, ni siquiera, la misma cancha que a Greta.

Ahora hay localizadas al menos 7 Garbage Patch sueltas por el planeta: Ártico, Índico, Mar de los Sargazos y las de los hemisferios Norte y Sur de los océanos Atlántico y Pacífico. Incluso hay quien habla de otra para el Mediterráneo.

Las manchas/islas en sí no son el gran problema; el lío viene porque solo permanece en la sopa de plásticos el 30% de los residuos… y el 70% del total se va descomponiendo poco a poco en micro y nano plásticos que se hunden y entran, como dije, en la cadena trófica y representan un problema porque peces (y aves) los ingieren y terminan, querámoslo o no, en nuestras mesas.

La consultora McKinsey & Company en un informe de 2019 señala que de los 260 millones de toneladas anuales de plástico que tiramos en el mundo apenas reciclamos el 10%; se incinera un 12% y la inmensa mayoría termina en los vertederos (70%). Al mar ¡sólo! llega un 8%, con lo que estamos hablando de “dieciocho millones de toneladas de plástico al año” y tenemos 7 islas de basura plástica de estas. Y son los ríos el principal vector de transporte al mar y en esto Asia y África copan el Top 5 de los ríos que más plásticos transportan al mar: cuatro sistemas fluviales asiáticos (dos en China, uno en India y otro en indonesia) con 600 millones de kilos, y el río Cross en África que saca 40 millones de kilos de plástico de Nigeria.

No hay que ser Greta para darse cuenta del problema… y nuevamente me colocan a China en el epicentro de la cuestión y la India por en medio.

Vale que llevamos más tiempo contaminando, pero es que ahora ellos van cuesta abajo y sin frenos y el plástico nos lo comemos entre todos.

Ah, para el año que viene nos vamos de balneario. La 27ª sesión de la Conferencia de las Partes (COP 27) de la CMNUCC tendrá lugar, del 8 al 20 de noviembre, en Sharm El-Sheikh, Egipto. No, si mal gusto no tienen; la verdad.

 

 


 

 


[1] Helen Mountford es la vicepresidenta de clima y economía de World Resources Institute (WRI). Es directora de programa del proyecto New Climate Economy (NCE), la iniciativa emblemática de la Comisión Global sobre Economía y Clima que proporciona evidencia independiente y autorizada sobre acciones que pueden fortalecer el desempeño económico y reducir el riesgo de un cambio climático peligroso.

[2] La tecnología hipersónica es aquella que viaja a una velocidad  al menos cinco veces superior al sonido. En atmosfera y a una temperatura de 20°C, el sonido viaja a 1235 km/h. Se considera velocidad hipersónica aquella que supera los 6125 km/h, siete veces más rápida que un avión comercial.

[3] La economía ecológica es la ciencia de la gestión sostenible y comprende el estudio y valoración de la (in)sostenibilidad del sistema. Es un conjunto de modelos de producción integral que incluyen la toma en consideración de variables ambientales y sociales. A diferencia de la llamada "economía marrón" que es la administración eficaz y razonable de los bienes que se basa en la persecución del crecimiento económico a través del uso óptimo de insumos y factores de producción.​ La Economía Ecológica no es una rama de la teoría económica; es ya un campo de estudio interdisciplinario, lo que quiere decir que cada experto en una ciencia conoce un poco de otras disciplinas, con la finalidad de fusionar conocimientos​ que permitan afrontar mejor los problemas, ya que el enfoque económico convencional no se considera adecuado.

[4] CEO y fundador de We Don't Have Time, la red social más grande del mundo para la Acción Climática.

[5] Cantante lírica sueca especializado en óperas y operetas, miembro de la Real Academia Sueca de Música; está en posesión del título honorífico de Hovsångerska (cantante de la corte) otorgado por el rey de Suecia Carlos XVI Gustavo. En 2009 representó a Suecia en el Festival de Eurovisión con la canción de pop operístico ‘La Voix’. Está casada con el actor Svante Thunberg; son los padres de Greta y Beata Thumberg. Malena Earman es la autora de “Our House Is on Fire: Scenes of a Family and a Planet in Crisis” (’Nuestra casa está ardiendo: una familia y un planeta en crisis’), que califica de biografía familiar.

[6] Tírtamo de Éresos, al que apodó “Teofrasto” el mismo Aristóteles, fue un filósofo y botánico griego del sigtlo III aC. Aristóteles le legó sus escritos y lo designó como sucesor en el Liceo estando considerado como el padre de la Botánica.

[7] Federico Guillermo Enrique Alejandro Freiherr von Humboldt (1769-1859) fue un polímata, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, considerado como cofundador de la geografía como ciencia empírica.

[8] The Ocean CleanUp

[9] Finalista del concurso 3M Young Scientist Challenge para soluciones creativas y factibles a problemas actuales, como la contaminación marina por plásticos y microplásticos. Creó, con 12 años, un robot que robot que identifica el plástico marino; un dispositivo pueda llegar a atravesar el océano identificando y recolectando plásticos.

[10] Siendo puristas en el dato: 506.030 km2 y creciendo; que se lo digan a la isla de la Palma, al Cumbre vieja y a sus coladas ya en el mar o camino de este. (493.514 de la península; 4.992 de las islas Baleares: 7.492 de las islas Canarias y 32 de Ceuta, Melilla e islotes de soberanía)

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