5 dic 2022

DE LOS LÍMITES DEL ESFÉRICO…

  

Yo, en esto del fútbol, como que muy, muy, justito.

No obstante, hoy la emprendo con el “deporte rey” con espíritu ácrata desmitificador. Cuando me pongo a escribir esto están comprobando si sube el gol de Japón a Croacia… y sí; Minuto 43… y les han dicho que sí. Y dos de añadido. Vaya por Dios.

Y estos forajidos de la retransmisión se montan su película barata animando a la afición, dicen que, manteniendo la emoción; encabronándonos, diría yo.

En un rato, como aquel que dice, nos la jugamos con Marruecos y percibo que, vaya por delante, en la vieja piel de toro no tenemos clara la diferencia entre redondo y esférico; ni sabemos los límites de Lo esférico. Eso sí, testosterona al canto y banderizos que somos, se puede esperar cualquier cosa.

A mí, no es por los jugadores, no me inspira ninguna confianza -más bien desdén- el asturiano al frente de la Roja, ni yendo a por níscalos.

Dice Toni F que a los merengones no nos gusta el personaje. Ni la persona, ¡oiga!; por mucho que Pelé -un abrazote Edson-, lo incluyera en su lista FIFA100 (2004) junto a Emilio Butragueño y Raúl González; solo 3 españoles y va y uno es él. No es de recibo, ni de sentido.

Pero, a lo que íbamos: Subidón con 7 a los ticos, puestos a nivel del mar con Alemania (que nos los puso de corbata) y bajada a los infiernos con Japón (posición 24 en el ranking FIFA, de 211). Menos mal que Alemania fue Alemania y nos salvó de acompañarles en el viaje de regreso a esta península de la gran Asia que es Europa.

Escribía Ricardo F Colmenero en el diario El Mundo el sábado 3 de diciembre, después de la portada del diario del día anterior (“España roza el drama”), una descripción muy clara la realidad del chasco que nos llevamos y que aún habría podido ser peor: “Japón derrotó a España por dos goles a uno, pero especialmente por 6,79 milímetros. Tiene su lógica que el país del sushi y el país de la paella acabaran resolvieron sus diferencias en el Mundial por el tamaño medio de un grano largo de arroz”.

Empata Croacia -Perisic- en el 55 en un remate de cabeza espectacular.

Vaya; con el arroz hemos topado. Un japonés, Kobayashi Issa -un maestro del Haiku, una disciplina popular que obliga al poeta a significar mucho diciendo lo mínimo- cuando aún no era famoso y era conocido como Yataro, dejó escrito aquello de "El mundo va bien: otra mosca come arroz". Yo, más agreste y montaraz, en este tema del fútbol, del partido y del gol de la derrota, mentando el arroz, lo que más me jode con las cagadas de mosca en el arroz, que es un dicho rabalochero[1] y orcelitano[2] a más no poder. Lo digo y me quedo más ancho que pancho, escatológica y socialmente hablando. Pues eso… que los 6’74 milímetros balompédicos a los que aluden Colmenero y El Mundo son una cagadita de mosca en el arroz del partido por no entrever los límites de un cuerpo esférico como simples y mortales telespectadores.

Los taurinos lo tienen claro: hasta el rabo todo es toro. Y comienza la primera parte de la prórroga del Japón-Croacia. Y es que hasta que no pasan los últimos pelos de la cola de bóvido estamos ante el animal. Parece ser este el caso del balón por la línea de meta del área de meta española. Esa noche los españoles supimos de los límites de lo esférico.

Vale que -siendo aplicado en su día- aún nos acordemos de que el volumen de la esfera es “cuatro tercios de pi erre al cubo”; vamos, que el volumen de la esfera equivale a cuatro tercios de su radio a la tercera potencia, multiplicado por el número pi. Y tiene que cruzar la línea todo el volumen de la esfera para salir del terreno de juego.

Al Rihla, que tal es el nombre de la puñetera esfera que me ha traído a esto y que traducido del árabe vendría a ser como "el viaje" -puñetero viaje-, mide 22 centímetros de diámetro y pesa 400 gramos aún con su chip de tecnología CRT-Core. Leo en los deportivos que Al Rihla contienen una IMU (Unidad de Medición Inercial), cosas de la inteligencia artificial, que no es otra cosa que un sensor que ayuda a detectar la puñetera posición en cada momento sobre el terreno de juego y, además, mide e informa sobre la velocidad, orientación y fuerzas gravitacionales del balón, usando una combinación de acelerómetros y giroscopios gracias a dos sensores diferentes, el UWB, que recoge datos posicionales del balón, y el IMU, que registra los movimientos del balón en tres dimensiones. Así, el baloncito (con su puñetero chip) envía un paquete de datos 500 veces por segundo a la sala de vídeo, lo que permite detectar con absoluta precisión todo lo que ocurre con él sobre el campo.

Y el plano tangente es el que nos da el disgusto y les permite asegurar que el balón no salió totalmente del campo como les demuestra la imagen que ilustra este post…  pero yo pediría los fotogramas previos; porque yo soy así y dudo. Tomás, me llaman por casa; tengo que ver las llegas.


En fin, que vamos a los penaltis en el Japón-Croacia, que no se ha movido el marcador en la prórroga.

Y esto me ha dado que pensar en los balones de fútbol que en estas altas competiciones. "Tienen que ser esféricos, estar fabricados con materiales adecuados, tener una circunferencia comprendida entre 68 y 70 cm (27-28 in), un peso entre 410 y 450 gramos (14-16 oz) al comienzo del partido y una presión equivalente a 0.6-1.1 atmósferas (600-1100 g/cm2) al nivel del mar", que establece la Regla 2 de la IFAB; la que delimita los esféricos.

Y un apunte, porque me ha venido a la cabeza: el área de la esfera es 4 pi erre al cuadrado. Compruebo y es cierto. Ese día no hice novillos.

Pero vuelvo al balón futbolístico que nos ocupa. Japón eliminado; Croacia pasa en los penaltis.

Un balón de fútbol es básicamente un poliedro convexo, inflado -que es lo que le da la mayor esfericidad, pero todo un poliedro a fin de cuentas, por lo que debe cumplir la fórmula del Teorema de Euler para los poliedros que indica la relación entre el número de caras, aristas y vértices de un poliedro convexo sin orificios, ni entrante y que viene a decir que todo poliedro convexo con un número C caras, A aristas y V vértices debe cumplir la fórmula V – A + C = 2.

Lo de Euler es de finales del XVIII y ahora mismo hemos evolucionado a un poliedro que nos lleva, inflado, a conseguir balones más esféricos. Se trataría del rombicosidodecaedro, un poliedro que tiene 62 caras conformadas por 20 triángulos equiláteros, 30 cuadrados y 12 pentágonos regulares; vamos, un bicho con 120 aristas y 60 vértices que antes de ser inflado ya ocupa más 93.32% de una esfera -llegando en algunos modelos al 94,5%-. Eso sería ya la perfección, pero la industria productora de balones no ha adoptado esta solución porque aumenta bastante la complejidad de la fabricación (120 costuras que coser, frente a las 90 del icosaedro truncado que es el habitual) que son euros y tiempo.

Tenemos claro que un balón de fútbol será mejor cuanto más próximo esté a ser una esfera perfecta. En ese caso, tendrá más equilibrio en su trayectoria y permitirá a los futbolistas mayor precisión en los pases y tiros.

La revista Consumer–Eroski (nº 123, julio-agosto 2008) explicaba cómo se controla la calidad de los balones: "Para determinar la esfericidad de un balón se hincha y se mide su diámetro en 16 puntos diferentes para calcular el diámetro medio. Después, se calcula la diferencia entre el diámetro máximo y el mínimo. Así, el número que se obtiene es la diferencia en porcentaje entre el diámetro máximo y mínimo sobre el diámetro medio. A los balones oficiales para las competiciones de la FIFA se les exige que no superen el 2%". Y a este menester, en 2015, El País le dedicó su cornijal en Verne[3].

En un exceso mental les cuento que, en 2008, para valorar la esfericidad de los balones, la FIFA trabajaba la dispersión estadística. Así, a través de 16 medidas calculaba la media aritmética de cada balón.

Y eso es ya una dispersión que aprovecho porque se acabado la retransmisión del Japón-Croacia, clasificada esta última, y ya están dando la vara con el partido de mañana.

De forma oficial, leo que la Embajada de Marruecos en España está en plan campaña de sensibilización a través de los doce consulados que tiene por el Reino de España pidiendo a los suyos propios que eviten cualquier altercado en suelo español como consecuencia del partido que enfrentará a las selecciones nacionales de España y Marruecos en el Mundial de Qatar.

Alertados están los consulados de Madrid, Sevilla, Alicante, Murcia, Algeciras, Valencia, Tarragona, Gerona, Barcelona, Bilbao, Palma y Las Palmas para que hagan llegar ese mensaje a los ciudadanos marroquíes residentes en España que suman más de un millón, ¡oiga! Mire, del orden de los 300.000 nacionalizados ya y otros 776.000 que andan por aquí… ¡tela marinera!

Y cierro distensionando con una iniciativa chorra pero que da idea de la enjundia del balón de fútbol; ese que no traspasó la línea para la FIFA como tampoco lo hizo, en el Mundial de Corea-Japón -¡Cielos, esto huele a azufre y a maldición!- cuando Joaquín -que ahora va de Novato por Antena 3 los miércoles- colocó un balón a la cabeza de Morientes en el choque ante los anfitriones hace 20 años… y Camacho con los alerones chorreando; ¿se acuerdan? Aumentó la venta de antitranspirantes para no parecerse al seleccionador.



Resulta que es geométricamente imposible que un balón de fútbol, procurando la máxima esfericidad, esté construido solamente con hexágonos, como hemos visto más arriba. Y eso le preocupaba hace algunos años al matemático británico Matt Parker en una cruzada particular contra un pictograma que identificaba los estadios futboleros en su país[4]. Le chirriaba tanto que presentó una pregunta al parlamento británico en la que pedía actualizar esas señales colocando un balón de fútbol geométricamente correcto. Consiguió las firmas necesarias y entregó en el Parlamento su propuesta argumentando que “matemáticamente es imposible construir un balón de fútbol usando solo hexágonos”. Animaba Parker a “cambiar el pictograma combinando hexágonos y pentágonos” para dar una mayor idea de esfericidad y aumentar la conciencia pública y la apreciación de la geometría.

Tan loable empresa se hundió en el Támesis. Le contestaron el 24 de octubre de 2017 indicándoles que "El Gobierno (británico) considera que el símbolo del fútbol actual tiene un significado claro y es entendido por el público. Cambiar el diseño para mostrar una geometría precisa no es apropiado en este contexto”. Flemáticos británicos. Si dispone de tiempo, le dejo la respuesta completa[5].

Aquí aún no hemos llegado a ese nivel, pero... que mañana tenemos cita futbolera contra Marruecos

 


[1] Propio del barrio-suburnio del Rabaloche; el Raval Roig de Orihuela. Tuvo que formarse en la segunda mitad del XIV, tras el descalabro de la peste de 1348 y de la Guerra de los dos Pedros y desde entonces, co0nserva su "mala fama" de barrio alejado, sin protección, acogedor de inmigrantes de futuro incierto.

[2] De Orihuela, la Orcelis romana de la provincia Carteginense; la Oleza de Gabriel Miró

[5] The Department for Transport sets legislation on traffic signs for use by traffic authorities. The Traffic Signs Regulations and General Directions 2016 (TSRGD) sets out the design and conditions of use for traffic signs that may be used on roads in England, Scotland and Wales.

Traffic signs use symbols which enable drivers to take in the information quickly and understand the meaning of the sign. Symbols are often internationally recognised which is important for all road users, especially those who may be unfamiliar to the area.

In the case of a directional sign to a leisure facility (such as a football ground), the symbols used are a general representation of the activity being depicted. As such, drivers can then quickly understand the type of destination. The football ground symbol first appeared in TSRGD in 1994 and road users have become accustomed to its use.

The purpose of traffic signs is to “convey warnings, information, requirements, restrictions or prohibitions” (Section 64 of the Road Traffic Regulation Act 1984).

The Department for Transport commissioned research into road user’s understanding of traffic signs in 2011. This concluded that respondents “showed a good basic level of understanding as to what different types of sign meant” and recommended that signs should be kept simple.

The purpose of a traffic sign is not to raise public appreciation and awareness of geometry which is better dealt with in other ways. If the correct geometry were put onto a sign, it would only be visible close up and not from the distance at which drivers will see the sign. The detail of the geometry would also not be taken in by most drivers who were merely looking at the sign for direction. The higher level of attention needed to understand the geometry could distract a driver’s view away from the road for longer than necessary which could therefore increase the risk of an incident.

Additionally the public funding required to change every football sign nationally would place an unreasonable financial burden on local authorities. The Department could not justify the spending needed as an exercise to increase public awareness and appreciation of geometry.

For the reasons given, we will not be changing the football symbol used on a traffic sign.

Department for Transport

No hay comentarios:

Publicar un comentario