18 feb 2023

A PROPÓSITO DE LOS TERREMOTOS


A raíz del terremoto de Turquía-Siria, me ha venido a la memoria (neurona ociosa la mía, pero que alberga algún destello) Anita Ganeri, nacida en Calcuta y formada en Cambridge, que es la pieza fundamental de Horrible Geography[1] (las ilustraciones de Mike Phillips son geniales). Tiene una pieza literaria dedicada a los terremotos que no me cansaré de recomendar; a mí me sirvió -toda la colección- para (intentar) aprender inglés (je, je). Y lo disfruté y sonreí con ganas ente los fenómenos de telurismo. He bajado al trastero a subirme la colección (para repasar, dije; insistí), pero la superioridad me ha desmantelado la operación. No provoquemos un sismo de hogar.

Y de terremotos, cuando el de Lorca (11.05.2011), ya soltamos por aquí en este blog más de un post. Cinco me suben a la memoria y sin entrar en la sección tsunamis, aunque De terremotos en Argelia llegan estos tsunamis de nuestras costas alicantinas- Así, pues, cuatro: De terremotos… y de SanEmigdio; Del terremoto avisado; De un terremoto y mi imaginación templaria; Dela frágil memoria y los terremotos en el campo de Montiel

Por cierto, los sismos son fenómenos naturales que afectan al territorio, a los hombres y al entorno. Están en el planeta antes que nosotros y me temo que van a seguir estando. Se producen de continuo y si no me creen, échenle un ojito a esta web: http://www.ign.es/web/resources/sismologia/tproximos/prox.html. Ah, al estudio de los sismos, al principio, se le llamó astronomía subterránea; cosas del húngaro Radó von Kövesligéthy, que en realidad era el asistente del precursor de la Olimpiada de las Matemáticas Lóran Eötvös,  pero fue uno de los primero que formuló las leyes para establecer el epicentro de un terremoto.

Técnicamente, los terremotos son causados por el desplazamiento de los dos lados de un plano de fractura de cizalla con el relajamiento consiguiente de las deformaciones elásticas acumuladas por la acción de esfuerzos diferenciados que actúan en diversas regiones de la corteza terrestre, según el geofísico Agustín Udías.

Empiezo a escribir esto con nueve que ya se ha producido en este día, 12 de febrero: el primero a la 1’34 h; con intensidades entre 1’5 y 3’5 mbLg[2]. El sur del Mar de Alborán está hoy bastante revuelto; ayer, estaba temblona el área del Cabo de San Vicente. El Instituto Geográfico nacional tiene este servicio, como el que tiene la Universidad del Alicante, el URSUA (Unidad de Registro Sísmico) en cuya web (https://web.ua.es/es/urs) tiene modelizado incluso el capítulo de propagación de las ondas sísmicas que no deja indiferente y en RRSS está a la última para el seguimiento.

Por cierto, un alicantino -me puede la Terreta[3]-, Vicente Inglada Orts (1879-1949)[4], fue uno de los principales expertos en materia de sismos y… de esperanto[5]. No busquen relación entre ambos fenómenos que es que me ha dado por sacarlo a relucir.

Es que el estudio de la sismología en España, como la cerveza San Miguel, nos llega de Manila en la segunda mitad del siglo XIX. Los sismos, por los Jesuitas[6]; y la cerveza, por los Agustinos recoletos[7]. Y ya venido muy arriba pontifico que el urbanismo sismorresistente es, ni más ni menos que, español: desde Filipinas a Centroamérica las experiencias acumuladas[8] se exportaron a todo el mundo y se aplicaron, ¡cómo no!, también en España.

Y claro, dicho esto -y que me puede la Terreta-, saco del olvido al eldense Juan Sempere y Guarinos (1754-1830) quien en el Seminario y Universidad de Orihuela acreditó sus títulos de Doctor en Teología y Bachiller en Cánones y Leyes. Fiscal civil en la Chancillería de Granada se ocupó de muchos temas de interés para aquella España, pero viendo el percal de los terremotos en tierras granadinas escribió las primeras ideas “Sobre el modo de construir las casas en los sitios propensos a terremotos[9] a raíz del sismo de 1806. Si le hubieran hecho más caso…

Y en la Terreta que me quedo: de los 27 grandes terremotos que han ocurrido en España según el registro histórico del Instituto Geográfico Nacional, tres han ocurrido en la provincia de Alicante. El primero, en 1048, en Orihuela[10]. El segundo tuvo lugar el 19 de junio de 1644 con epicentro en Muro de Alcoy y se conoce como la serie sísmica de 1644[11]. Y el tercero, el mejor documentado, es el que ocurrió el 21 de marzo de 1829[12] en la zona de Torrevieja, y afectó a otros tres municipios (Almoradí, Benejúzar y Guardamar) que tuvieron que ser completamente reedificados. La tragedia además trajo consigo la variación de caudal en fuentes y manantiales, deslizamientos, caída de rocas, agrietamientos del suelo, licuefacción de arenas, etc.

Vamos que, resulta que, esto de los sismos/terremotos/temblor de tierra es un episodio vivido por la humanidad desde tiempo inmemorial en diferente intensidad . En la Grecia clásica, Aristóteles (350 aC) había tratado en su Meteorológicos[13] (Libro II) asociando terremotos con meteorología, tal y como ya habían expuesto Anaxágoras (500-428 aC), Anaxímenes (590-525 aC) y Demócrito (460-370 aC). Aristóteles asocia los terremotos con los vientos[14] y concluye que la mayoría se producían en tiempos de calma y durante la noche, aunque algunos pudiesen ocurrir también a mediodía.

El pensamiento aristotélico sobre los sismos fue introducido en Oriente por Yahya ibn al-Bitriq (S. IX) y en Occidente por Gerardo de Cremona (S. XII), toda vez que Cayo Plinio Segundo (110 dC) y Zhang Heng (132 dC) -uno en Roma y el otro en la China- insistían en los mismo, en el viento. La aportación de Plinio es la de los sucesos premonitorios y Heng construye el primer sismoscopio[15] que señalaba la dirección del sismo.

San Isidoro (de Sevilla; 560 - 636) en su De Natura Rerum[16] -tirando de Salustio (86-34 aC), Lucano (39-65 dC) y hasta del profeta Zacarías (~450 aC)- dedica un capítulo (el XLVI) a los terremotos en la línea (meteorológica) del viento diciendo (+/-) que el viento que circula por las cavidades profundas de la tierra bufa por algún punto, se desmadra y la lía. (interpretación mía, muy libre; pero explícita).

El caso es que, al margen de todos estos antiguos registros documentales, podemos tirar de material de anaqueles, pero concluiríamos ahora mismo que la mayoría de los terremotos ocurren en zonas sísmicas o fallas geológicas, donde las placas tectónicas colisionan o se rozan entre sí, volviendo a Udías.

Vamos, que son los sismos son el resultado del lento movimiento de las placas tectónicas que generan tensiones en la corteza terrestre y el manto superior. Con el tiempo, la tensión llega a un punto de ruptura y se libera la energía acumulada en un temblor que puede colocar bloques de la Tierra fuera de lugar.

Por ahí leo, como de todos es conocido, que la mayoría de los temblores son demasiado pequeños para que el ser humano pueda percibirlos, pero de vez en cuando se produce uno de gran magnitud, como el que se produjo la noche del 5 al 6 de febrero de 2023 entre Turquía y Siria, y que la mayoría de los terremotos se producen cerca de los límites de las placas tectónicas, como los Medios nos han venido recordando con asiduidad en los últimos días.

La corteza de la Tierra está conformada por una docena de placas de aproximadamente 70 kilómetros de grosor (unas más que otras) y cada una con sus características. Estas placas se están acomodando en un proceso que lleva millones de años y han ido dando la forma que hoy conocemos de la superficie del planeta, con su relieve geográfico que, nos guste a no, es en un proceso que está lejos de finalizar.

La distribución de los terremotos y los volcanes sobre la Tierra no es casual: ambos están principalmente localizados en correspondencia a los bordes de las grandes placas. Algunos fenómenos se localizan donde las placas tienden a separarse (dorsales oceánicas y rift), otros donde éstas se deslizan una al lado de la otra (fallas), otros donde las placas se acercan y entran en subducción (fosas). Los seísmos están generalmente vinculados a los movimientos de las placas.

Y dicho todo esto, me vuelvo a la Terreta y recurro a un vasco como José Agustín de Larramendi Muguruza. De su mano salió el trazado moderno de poblaciones como Torrevieja, Guardamar, Benejúzar o Almoradí después de que un terremoto las hubiese reducido a ruinas el 21 de marzo de 1829, Sábado Santo por más señas, tras una borrasca sísmica que duró poco más de un año hasta que llegó el gran terremoto y la tierra estuvo temblando entre el 21 de marzo y el 12 de abril. El informe de Larramendi dice que el sismo de marzo asoló Torrevieja, Torrelamata, Guardamar, Rojales, Almoradí, Benejúzar, Rafal y San Bartolomé. Las modernas investigaciones han determinado que se produjo una elevación del terreno de unos 20 cm en el litoral, a lo largo de cuatro kilómetros hacia el Norte. En las mismas salinas se dieron anomalías hidrogeológicas durante los tres años siguientes al terremoto, como chorros y borboteos de hasta un metro de altura y cráteres de 3 a 30 m de diámetro en la costra salina del fondo de la laguna[17].


Larramendi era el decano de los ingenieros en España, por lo que fue designado por el rey Fernando VII para acudir a la comarca afectada y elaborar una memoria sobre lo acontecido y planificar la reconstrucción para lo que diseñó una nueva Torrevieja con 27 manzanas, 10 calles y 234 casas... en lugar de las 534 que existían. Intentaban que los contrabandistas no siguieran en la nueva población.

En Torrevieja se habían registrado, en realidad, pocas víctimas porque era una población moderna frente al urbanismo más antiguo y anárquico del resto de la comarca. En 1805 se construye el primer muelle comercial para el embarque de los productos del campo de la comarca de la Vega Baja y la exportación de sal, en 1806 se establece la primera Aduana, y en 1807 la primera Ayudantía Militar de Marina, que es a la vez cabecera del Distrito Marítimo comprendido desde el mojón de San Pedro del Pinatar a la desembocadura del río Segura en Guardamar. Y según el padrón de vecinos de 1829, contaba Torrevieja con 2.455 habitantes que vivían de la cosecha de la sal y su embarque en la bahía, adonde llegaban barcos de las más variopintas nacionalidades, y una agricultura feraz, pero reducida. Además, en Torrevieja se vivía de la pesca y, como buen puerto, del contrabando, especialmente de tabaco, incentivado tras la Guerra de Independencia (1808-1814), por el bloqueo económico en Europa a Napoleón y por las prohibiciones reales en cuestiones de comercio exterior.

Larramendi diseñó trazados urbanos ortogonales, con inmuebles de una sola planta, dispuestos en calles regulares y muy espaciosas para todas sus propuestas en la Vega Baja alicantina o en las repoblaciones de la Sierra Morena; si bien, en Guardamar[18], ideó como singularidad dos pequeñas plazas circulares equidistantes de la plaza central cuadrada, para romper así la monotonía del damero. La nueva villa de Guardamar del Segura, escribía Larramedi al rey, “va a ser el pueblo más bonito del Reino”. Y actuó también en Almoradí[19] y Benejúzar[20].

Bueno, pues hasta las 22 horas se han registrado, en el día de hoy, catorce seísmos; el último registrado fue a las 17’52 en Riogordo, Málaga, magnitud 1’9.

 


[1] Una colección de 10 ‘incunables’ cuyos títulos son Volcanes violentos, Clima tormentoso, Ríos embravecidos, Océanos odiosos,  flor… una delicia.

[2] Escala de magnitud sísmica (describen la fuerza y “tamaño” de un terremoto). Escala regional desarrollada por Otto W Nuttli (1973;sismólogo de la Universidad de Saint Louis); mide la amplitud de las ondas Lg en periodo corto. Es la que sigue el USGS, el Servicio Geológico de Estados Unidos, que no sigue la escla de Richter porque satura a valores altos. Cuando los terremotos son fuertes, como el del pasado 25 de enero, se miden en magnitud de momento o MW, un cálculo derivado de parámetros físicos. Y se señala ‘Terremoto de Magnitud tal o cual'. No obstante, tenemos la Escala Macrosísmica Europea que es un tocho tal que así: http://media.gfz-potsdam.de/gfz/sec26/resources/documents/PDF/EMS-98_Spanish.pdf

[3] No se trata de una palabra y sí de un concepto: Alicante, mi provincia; que según los versos de Mariano de las Mercedes Roca de Togores y Carrasco (1812- 1889), primer marqués de Molins y primer vizconde de Rocamora, escritor romántico, orador, diplomático y político conservador que fue numerosas veces ministro durante el reinado de Isabel II y los inicios de la Restauración, embajador de España y miembro y presidente de la Real Academia Española escribió aquello de “Sepades, señor Bretón, / que de Poniente a Levante / es sin disputa Alicante / la millor terra del món”… y como lo es, los de por aquí la llevamos en el corazón.

[4] Fue profesor de astronomía, geodesia y meteorología, ingeniero geógrafo, sismólogo, políglota, oficial de estado mayor, escritor, entusiasta de los terremotos y otros fenómenos de la naturaleza, académico de varias instituciones científicas, poeta y... esperantista. Ingresó en la Academia de Infantería en 1896, y en 1898 en la Escuela Superior del Ejército para llegar a ser oficial de Estado Mayor. Dominó varios idiomas además del esperanto: alemán, francés e inglés, que estudió en la Academia Militar, luego italiano y luso y finalmente latín autodidacta. En 1939 fue elegido jefe del Servicio Sismológico Nacional y volvió a estudiar con el mismo afán de antaño para actualizar sus conocimientos, y un año después fue elegido miembro del Patronato Juan de la Cierva para la investigación técnica, y sólo unos pocos meses después Vicecanciller del Instituto Geofísico Nacional. En cuanto a los aportes de Inglada Orts a la Sismología, su biógrafo Rodríguez de la Torre señala fórmulas, planteamientos y metodologías aceptadas por los más destacados sismólogos del mundo; entre ellas, el cálculo del hipocentro para sismos cercanos.

[5] El esperanto (en su origen Lingvo Internacia, lengua internacional) es la lengua planificada internacional más difundida y hablada en el mundo.​ El nombre proviene del seudónimo que L. L. Zamenhof, un oftalmólogo polaco, utilizó para publicar las bases del idioma en 1887. La intención de Zamenhof fue crear una lengua fácil de aprender y neutral, más adecuada para la comunicación internacional. Como quedó recogido en la Declaración de Boulogne, el objetivo del esperanto no es reemplazar los idiomas nacionales, sino ser una alternativa internacional rápida de aprender.

[6] La Compañía de Jesús estaba al frente del Observatorio Meteorológico de Manila y establecieron una red de alerta en 1880. El impulsor de la misma fue el sabio jesuita Federico Faura Prat (1840-1897), el cual, tras haber padecido los grandes terremotos de Manila, entre los días 18 y 21 de julio de 1880, decidió potenciar esa línea de investigación con material adquirido en Italia. En el año 1887 se incorporó a ese Observatorio, procedente de Lérida, otro jesuita, Ricardo Cirera Salse (1864-1932), con el fin de colaborar con el padre Faura en la dirección del mismo. De hecho, llegó a ser Subdirector del Observatorio y responsable del Servicio de Magnetismo, llegando a confeccionar el primer mapa geomagnético del archipiélago, extendido hasta las costas de China y Vietnan.

[7] Aunque luego llegará Enrique María Barretto de Ycaza y comenza a producir cerveza en Manila, en el barrio de San Miguel… pero esa es otra historia.

[8] La ciudad de Guatemala supuso uno de sus mejores laboratorios y éxitos. Los terremotos de Santa Marta, de 1773, paralizaron el desarrollo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, capital del Reino de Guatemala (hoy la Antigua Guatemala); el entonces Presidente y Capitán General, Martín de Mayorga, decidió como conveniente su traslado a otro lugar. En la búsqueda del nuevo emplazamiento se localizaron varios lugares; un paraje en Chimaltenango, un valle en Jalapa y el valle de la Ermita en Guatemala; a fines de agosto de 1773 se determinó que provisionalmente sería el Valle de La Ermita o de Las Vacas el nuevo asiento de la capital. El 21 de julio de 1775,se emitió en España la Real Cédula aprobatoria del cambio de lugar, la cual llegó a Guatemala el día 1 de diciembre.

[9] https://xdoc.mx/preview/reflexiones-sobre-los-terremotos-de-granada-5d17c5d076762

[10] Entonces Uryula, una Kura del califato de Córdoba; se fue a pique la mezquita según las crónicas árabes. Al-Udri relata que las casas se derrumbaron, las torres se abatieron, así todos los altos (…) el mayor centro de devoción (…) se derrumbó junto con su torre, la tierra  se abrió y muchos manantiales desaparecieron bajo la tierra y surgieron otros que manaban agua hedionda (…)

[13] Meteorológicos o Meteorología es un texto que incluye los primeros relatos de la evaporación del agua, los terremotos y otros fenómenos meteorológicos. El compendio árabe de Meteorología, al-'Athar al-`Ulwiyyah (en torno al 800) lo tradujo Yahya ibn al-Bitriq y la traducción al latín de Gerardo de Cremona (S. XII) llegó al Renacimiento del siglo XII.​ La ‘vieja traducción’ fue reemplazada por un texto de William de Moerbeke, la nova translatio, que fue ampliamente difundida. El original recibió comentarios de Tomás de Aquino.

[14] Los terremotos más fuertes se dan donde el mar está lleno de corrientes o la tierra es porosa y vacía o hueca. Así se dan en el Hellesponto, en Acaia y en Sicilia, y en las zonas de Eubea en que se supone que el mar corre por canales debajo de la Tierra. Las fuentes termales de Edepso se deben a una causa semejante…

[15] Instrumento recogido en el Libro del último Han (recopilado en el siglo v) tenía superpuestos sobre su superficie ocho dragones, marcando las ocho direcciones cardinales, de manera que al producirse el temblor la bola arrojada por la boca del dragón se alojaba en una de las ocho ranas colocadas en la base del instrumento. El sismógrafo fue reconstruido en el año 1939 por el sismólogo japonés Akitsune Imamura (1870-1948) en la Universidad de Tokio.

[16] La Naturaleza de las cosas al rey Sisebuto (621-622).

[19] La violencia del terremoto, que apenas dejó construcciones en pie, así como la planeidad de la orografía, permitieron el trazado de un tejido hipodámico totalmente regular, configurando el Almoradí reconstruido de entonces, y el núcleo urbano tradicional de hoy día. La reconstrucción se llevó a cabo con los siguientes parámetros dimensionales: calles de doce metros de anchura que delimitan manzanas rectangulares de unos treinta metros de ancho por noventa metros de longitud. Como hito urbano, o nuevo centro urbano, se estableció una plaza central, de ochenta por ciento veinte metros, frente a la cual se encuentra la iglesia y la casa consistorial.

[20] La planta de reconstrucción original de 1829, diseñada por Larramendi se corresponde con el centro del casco urbano actual, englobando la Plaza de España y sus manzanas colindantes, incluida la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Rosario. La zona original está enmarcada, en damero, por la actual Avenida Juan Carlos I y las calles de San Pedro, de la Soledad y de la Concordia.

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