3 mar 2012

DE LOS 40 AÑOS DE LA PIONEER 10… PERDIDOS EN EL ESPACIO



El 2 de marzo de 1972 se lanzó al espacio la sonda espacial Pioneer 10. Atravesar el cinturón de asteroides (que se creía impenetrable) y llegar a la órbita del planeta Júpiter (3.XII.1973) eran sus objetivos. Misión cumplida, pues.

Pero el caso es que la Pioneer 10 siguió su viaje -porque así se diseñó la misión- y en 1983 superó la órbita de Neptuno… y sigue su rumbo hasta el infinito y más allá. ¿O no?

El 13 de junio de 1983 abandonó el Sistema Solar; ahora navega por el espacio interestelar. Tras cruzar ese espacio de nadie, dicen, que es la heliopausa, vagará hacia un punto... Pero, ¿hasta dónde va?

Es famosa la Pioneer 10 por una plaquita de oro que lleva un mensaje simbólico explicándoles a otros posibles mundos, y civilizaciones, de dónde viene y quién la envía. Y parece que sigue su viaje y aquí nadie reporta que la haya visto. ¿Estamos solos, no han entendido el mensaje o es que no ha llegado a su destino?

Dicen que toda la Pioneer 10 es como un mensaje en una botella lanzado al mar del espacio infinito. Ella y su compañera Pioneer 11, con otra plaquita similar y lanzada al espacio nada más comprobar que el cinturón de asteroides era penetrable (05.IV.1973), tienen misión mensajera. La 11 tenía como destino Saturno. Esto de los mensajes lo siguieron haciendo los Voyager 1 y 2 posteriores; pero estos llevaban en vez de lacónica placa, un disco (vamos, una especie de vinilo; un LP de los de antes) de no sé qué material con música del planeta Tierra; desde una obra de Bach al Johnnye B Goode de Chuck Berry. En el sello del disco, en lo del centro, hay un mensaje de esos de “localización y amistad”. Si son inteligentes los ET’s, descifrarán el mensaje pero si no tienen tocadiscos… si fuese un CD…

Pero volcamos al “mensajero de la humanidad”, al Pioneer 10 (y al 11). Lleva una placa, bien visible, que identifica el planeta Tierra en la galaxia Vía Láctea y señala la dirección de los púlsares más significativos (que es como nuestra dirección de correos interestelar). Contiene además una representación esquemática de nuestro sistema solar, la ruta de la Pioneer 10, el dibujo de una molécula de hidrógeno y dos figuras humanas (hombre y mujer), de frente y desnudos, para que se hagan una idea de cómo somos. Carl Sagan y Frank Drake se cuenta que fueron los autores del diseño de la plaquita; Linda Salmanz Sagan, la dibujante.

En todo esto de la expedición, la misión y la placa flotaba en los setenta la Teoría del Caos, y la Red del Espacio Profundo (con radiotelescopios en Robledo de Chavela [ESP], Barstow-desierto de Mojave [USA] y Camberra [AUS]) debía seguir el viaje de la Pioneer 10; y lo ha seguido, porque la lista de tareas, mediciones y experimentos es larguísima y algunos, aún secretos.

Así, con el viajero en marcha, el 27 de septiembre de 2002 se realizó la última comunicación exitosa con la sonda; se recibieron bien sus datos, treinta años después de viajar por el espacio. Aún, el 23 de enero de 2003 se volvieron a captar sus señales; estaba a doce mil millones de kilómetros, rumbo a Aldebarán, una estrella gigante naranja que es como nuestro sol, pero miles de veces más grande; una burrada. Llegará dentro de un millón seiscientos noventa mil años. Para entonces, todos calvos. No sé si es ir… pa ná.

De todas formas, hoy, cuarenta años después, lo de acordarnos de la Pioneer 10 es que parece ser que se va, pero no tanto. Dicen, cuentan, aseguran, que hay una fuerza, nueva, que está “tirando” de la Pioneer 10 nuevamente hacia el Sol; vamos, que se va menos de lo que se esperaba.

En el año 2000 se calculó que esa nueva fuerza la hace ir más lenta, atención, 9’7 km/h ¡¡cada cien años!! Vamos, que de ir a 43.450 km/h ha pasado a ir a… prácticamente lo mismo. Pero hay gente… pa tó.

Total, que como no sabemos nada de la Pioneer 10 desde 2003, suponemos que anda vagando por el espacio; pero como no podemos comunicarnos con ella, suponemos anda perdida por el espacio. Sí como aquella vieja serie de Irwin Allen de los sesenta en que una “típica” familia americana -con hija en edad de merecer, segunda niña y niño que se mete en todos los problemas del mundo- iban de planeta en planeta, junto a un apuesto piloto espacial, un robot más falso que la monja de Quina Santa Catalina, y un saboteador malvado y chapucero, viviendo aventuras espaciales (hoy, absurdas aventuras), con la ventaja de disponer de un campo de fuerza que les protegía la nave de las perrerías interplanetarias malvadas… y fallaba más que una escopeta de feria.

No me consta que metieran en la Pioneer 10 entre sus avíos un episodio de Lost in Space; seguro que la vida inteligente de otros confines del espacio estelar se descojonaría más y mejor y entenderían más y mejor el mensaje de que “semos pacíficos”. De ahí la manita derecha levantada en plan “Jau”, como los indios.




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