20 ago 2018

DE OTRA PETICIÓN MÁS DE MUNICIPIO TURÍSTICO… EN BENIDORM Y EN 1980




En abril de 2013 contaba yo que llevábamos 50 años dando la vara con lo del Municipio Turístico, que se promovió desde Benidorm allá por 1963, y estábamos como entonces.

Sigo trabajando el tema, buscando referencias, y he dado con las Actas de un nuevo seminario, al que no me referí entonces porque me faltaba la constancia de su celebración, que trató -nuevamente en Benidorm- el tema en mayo de 1980 (entre los días 26 y 29) siendo aliados de esta nueva iniciativa un par de representantes -así se les cita, sin nombres- de los ayuntamientos de Capdepera (Mallorca) y de Lloret de Mar (Gerona). Todos los demás, de Benidorm, aparecen con nombres y apellidos.

Los ponentes, leo: José Ignacio de Arrillaga, José Miguel Iribas, Mario Gaviria, José Luis González-Belenguer, José Mario Corella y Javier Mexía. Relator destacado del mismo, Miguel Alberto Martínez Monge.

La nueva reivindicación del Municipio Turístico surgió ante la “preocupante disminución del turismo en España” que exigía “replantear la política de promoción” y como aquella España de 1980 parece que no estaba por la labor de destinar más pesetas al tema se planteó la necesidad de que “los municipios eminentemente turísticos acometieran tales campañas para lo que las Administraciones (central y autonómica) proveyeran los fondos necesarios para esa promoción y para el mantenimiento de la estructura turística que a la postre ayudaría al conjunto general del país”. La idea era peregrina, pero sirvió para desarrollar el seminario.

Durante el mismo Arrillaga insistía en que “el turismo es un fenómeno social y una tarea colectiva”, se pedía la “colaboración público-privada” y la participación de “técnicos en la materia”, aconsejando crear “servicios específicos de estudios de turismo”.

José Miguel Iribas y Mario Gaviria, al alimón, en su ponencia “Sociología del Municipio Turístico” daban por sentada la “existencia de unos municipios turísticos” muy concretos en España y que “la estacionalidad era el mayor problema”, por lo que urgían la llegada de fondos a determinados municipios de la geografía española que “debían mantener los atractivos turísticos en temporada baja, lo que implicaba la limpieza de calles, el cuidado de zonas verdes, la iluminación de viales y otras dedicaciones que exceden el presupuesto habitual”. Además, animaban a “crear nuevas opciones de ocio, deporte y cultura”, “mejorar la promoción” y “planificar políticas laborales encaminadas a minorar la estacionalidad del sector turístico”.

Este último punto era genial en el tratamiento de los años 80. Las vacaciones no sólo debían ser en verano; había que buscar alternativas en otros momentos del año y los empleos debían permitir acceder a ellas.


En el listado de peticiones al gobierno de la nación estaban “las ayudas crediticias y desgravaciones fiscales a las empresas que permanezcan abiertas todo el año en los destinos turísticos”, así como “una política energética favorable al sector turístico”. Y, por supuesto, que “se reconozca la tremenda incidencia del sector turístico sobre los demás sectores económicos y que, en consecuencia, se acometan las acciones oportunas para conseguir revertir la estacionalidad”.

Como el Anteproyecto de la Ley del Turismo se estaba tramitando por aquellos días, pedían que fueran tenidas en cuenta sus propuestas sobre el Municipio Turístico y su financiación.

A este respecto piden tácitamente esta cuestión bajo una propuesta concreta que señala “que aceptando como un hecho incuestionable la existencia de municipios turísticos o eminentemente turísticos, se insta ante organismo competentes la inmediata puesta en marcha de los trabajos sociológicos pertinentes, con la participación de todos los sectores implicados, a fin de delimitar el grado turístico de cada uno de ellos y que en base a esos estudios y realidades se confeccione una ley que contemple la integración de esos municipios y se les surta de los elementos y medios necesarios para solucionar la problemática municipal que el turismo genera”.

Para ir agilizando las necesidades infraestructurales, se planteó en el seminario benidormense que el MOPU subvencionase gran parte de las obras necesarias y proporcionara créditos a largo plazo y mínimo interés que, al finalizar las mismas, con unas tarifas adecuadas, los ayuntamientos pudieran amortizar las inversiones realizadas y mantener el servicio. Se trataba de obras de suministro de agua, depuración, residuos, reciclaje, etc.

Con el arquitecto González-Belenguer, Iribas y Gaviria piden que los municipios turísticos sean vanguardistas y valientes: “que recuperen espacios urbanos y reduzcan el tráfico rodado dando protagonismo al peatón y mejorando la cuestión medioambiental”. Y fueron transgresores:  apostaron por que “los municipios turísticos ejerzan en toda su amplitud las competencias urbanísticas en todo el término municipal”, que “reclamen competencias en la zona marítimo-terrestre”, que “se derogue al Ley de Costas, la Ley de Agua y la de Zonas de Interés Turístico y sus reglamentos”. Y, ya puestos, “que se derogue el Decreto sobre condiciones mínimas de infraestructura de alojamientos turísticos”.

La bomba final que se pidió en aquellas jornadas reivindicativas del Municipio Turístico en Benidorm fue la de “solicitar la inmediata tipificación de la figura del delito urbanístico en el Código Penal” y la “coordinación de las Administraciones en cuanto a planes comarcales y provinciales” porque terminan afectando al auténtico municipio turístico. Todos pueden optar al turismo, pero eminentemente turísticos habría (hay) muy pocos.

Ante el ordenamiento jurídico, las juristas de Corella y Mexía proponían que la legislación de Régimen Local debiera atender a estos municipios con un tratamiento legislativo propio y regulado, atendiendo a la descompensación estacional de la prestación de servicios, el sobredimensionamiento de sus redes y las dificultades de gestión de los servicios, para lo que “deberán desarrollar una carta orgánica económica que recoja sus peculiaridades acomodando la gestión de los servicios y la participación municipal en la gestión de los impuestos indirectos teniendo en cuenta las mayores necesidades de estos municipios”.

Fueron valientes, muy valientes. Y aquellas Actas viajaron a Madrid… y estuvieron en la comisión del Anteproyecto de la Ley del Turismo… pero en Madrid se quedaron… y las competencias de Turismo volaron a las Comunidades Autónomas…










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