21 abr 2015

DE UNA CRÓNICA GAVIRIANA: HAY QUE PONER BENIDORM EN VALOR


La verdad es que me esperaba muuuuuuuuuuucho más de la conferencia de Mario Gaviria anoche en Benidorm. Ahora; no defraudó porque estuvo muy en su línea. Las nucleares son malas, muy malas. Y algunas muy buenas reflexiones más.

Y esperaba más porque lo de “Benidorm, Patrimonio de la Humanidad” se lo llevo oyendo algo más de una década. Y si esa era la apuesta de futuro, pues…

Sí, coincido en que hay que reposicionar Benidorm. Y a lo mejor, a partir de los estudios que conlleva optar a ser incluido en una lista de candidatos a posible lugar Patrimonio de la Humanidad salen opciones y planteamientos de reposicionamiento.

Emocionante minuto de silencio
Bueno, comenzamos con un minuto de silencio -y la conferencia en su honor y recuerdo- a José Miguel Iribas. “Yo era su tato”, dijo Gaviria, quien fue su maestro y mentor. Y señaló: “Iribas superó al maestro; la Humanidad progresa”. Lo decía de corazón.

Y el maestro tiene años y achaques, pero no para: “Hay que poner en valor Benidorm y el modelo de ciudad; proteger lo que hemos logrado y dignificarlo”. Benidorm, coincido, “es una obra colectiva
Presentó su proyecto -candidatura a Patrimonio de la Humanidad- a 4, 5 o 6 años; “tiene un trámite”. Yo creo, permítaseme, que es un reto; reto asumible. Torres han altas se han asaltado.

Gaviria comenzó rotundo: “El turismo no fallará nunca; y si falla, Benidorm será el último reducto”. E insistió en la oportunidad que otorga el optar a ser Patrimonio de la Humanidad, no sin advertir -a la ya muy animada concurrencia- que de ponerse en marcha la idea “Benidorm pasa a tener una responsabilidad histórica ante el planeta”; y si se consigue la nominación, mucho más. Y explicó los trámites hasta llegar al Registro Tentativo y a París.

Y fue saltando de párrafo y de concepto; contó su etapa de estudiante “clandestino” en la London School of Economics (LSE) & Political Science para dar contenido british a la charla. Y elogió a la Gran Bretaña y recordó que “Benidorm es parte del Reino Unido”: 2 millones de británicos,de los 6 millones que anualmente recibe. Y es que, recordó, “los británicos -que lo han inventado todo (y puso irrefutables ejemplos)- inventaron el turismo”. Me permito recordar que le faltó añadir ‘el turismo moderno’ porque, mantenía Pedro Zaragoza, que ‘el turismo antiguo’ lo inventamos en la vieja piel de toro con la idea de peregrinar a Santiago de Compostela.

Los británicos, dijo Gaviria, “reproducen su ambiente allí donde van” y elogió la mimetización de algunas zonas de Benidorm que se hacen tan acogedoras a los británicos. Entró entonces en un elogio del alcohol -hasta llegar a manifestar que “en el Reino Unido van venciendo a la droga con el alcohol, que produce resaca y dolor de cabeza” y afirmó, con osadía, que “Benidorm es un laboratorio del uso social del alcohol”. Alguna sonrisa sorda y caras de asombro entre el respetable, que se decía en las crónicas de antes.

Volvió al Patrimonio de la Humanidad y dijo que “sin complicaciones, Benidorm cumple 6 de los 10 requisitos”; puede aspirar a más.

Y saltó al Benidorm de 1972 y al comienzo del estudio que plasmaron en ‘Benidorm, ciudad nueva’ y tras señalar que “lo poetas pensamos a 35 años vista” reconoció que con Benidorm, “me quedé corto; está mucho mejor de lo pensé entonces”. Ahora, otra vez euforizante, “hay que preparar el Benidorm de 2050; recuperar la inversión y generar empleo”.

Aquello fue una tormenta de ideas y de conceptos; no sabías por dónde te podía venir la siguiente. Y cada flash que lanzaba terminaba con un elogio a Benidorm: “En el mundo no hay nada comparable ni parecido a Benidorm”. Y puso ejemplos en Atlantic City e incluso en Las Vegas, a la que no le auguró mucho futuro si Cuba se abre a los yankees. Es que, se maravillaba contándolo, “sigue bajando el consumo de agua por habitante”, con mayores ocupaciones, lo que nos hace mucho más sostenibles: “se gasta 3 veces menos agua por habitante ahora que cuando llegué en el 72”. O que “Benidorm es el único sitio del mundo donde se trucan las estadísticas a la baja”.

Recomendó “principios luteranos” para el futuro: trabajar, ahorrar, ahorrar, invertir y… tal vez disfrutar. Recordó que la ratio de “1 empleo cada 4 o 5 plazas está bien” y habló de la práctica de la “xenofilia” que se practica por aquí: simpatía por lo extranjero que exudan los trabajadores de Benidorm.

Entró en algún detalle en lo local: “convertir la Avenida del Mediterráneo en una calle-salón peatonal surcada sólo por un tranvía eléctrico central”. O declararse, como Iribas, ferviente “partidario del modelo hotelero”, aunque “en Benidorm la ocupación de las segundas residencias casi duplica la media nacional: 31 días en España, 52 en Benidorm”. Incluso recordó la práctica franquista del acceso diferido a la propiedad y reclamó “residencia propia para los trabajadores de Benidorm en Benidorm” y hasta planteó “ir hacia una inmigración selectiva” comparando -y ahí está nuestro problema- Benidorm (ciudad de playas) con Canadá (país; el 2º más grande del mundo).
Habló del concepto de estancamiento (de población) frente al del crecimiento cero y planteó la necesidad de empezar a estudiar cómo estará Benidorm dentro de 40 años.

Para Gaviria el problema está en las plantas nucleares y señala (y asusta con) la cercanía de Cofrentes (111 km en línea recta) y el peligro supino de los tabloides ingleses en caso de accidente; en el posible impacto del cambio climático y del aumento de nivel del mar, aunque recordó que el Mediterráneo “lo retrasaría 150 años” (¿¿??), y en la irrupción del Islam. Esto último, como a mí, le preocupa mucho. Y sacó a pasear el libro de Samuel Huntington, ‘Choque de civilizaciones’… que es del 93 y no ha perdido vigencia.
Abogó, incluso, por ponerse de acuerdo y subir incluso los precios -“Se anuncia que el turismo ha subido”- y buscar nuevas formas de financiación: “hasta un impuesto sobre la felicidad”, como ejemplo de búsqueda de nuevas posibilidades.

Terminó elogiando la hotelería de Benidorm: “hoteles de 4 estrellas con servicios de 3 estrellas -porque son de playa- a precios de 1 estrella”.

Y Gaviria seguirá en la brecha mientras la diabetes y los años se lo permitan. Benidorm, su ciudad nueva le aplaudió una vez más. Lo de ser Patrimonio de la Humanidad es un reto que alguien debe aceptar… y ayer en la sala sólo estaban para escuchar.



PD. Sólo un par de “peros” muy personales al Mario Gaviria ayer. Su empeño en que Japón ha olvidado sus nucleares está errado. En noviembre de 2014 comenzaron a activarse, a ritmo lento, pero a reactivarse. El precio de la energía les lleva a ello. Puede que TEPCO esté reacia, desde Fukushima, pero KEPCO ya ha reactivado cuatro. Y luego está que no tiene claro todo lo del cambio climático –pues como todos lo que ven la cuestión con los ojos de la ciencia- pero teme el aumento del nivel del mar que muchas se empeñan en homogeneizar. No es tan sencillo… ni tan grave, según que costas.



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