1 may 2021

DEL VALOR DE UNA MULA: SOBRE EL 1º DE MAYO. COSAS DE PERIODISTAS

Tras la Guerra de Secesión (ellos la llaman también Guerra Civil; 1861-1865) Albert Richard Parsons regresó a Waco (Texas), con una mula por única posesión. La cambió por cuarenta acres de tierra, que plantó de maíz; con las ganancias de la cosecha se pagó un curso de impresión tipográfica. Su vida estuvo siempre ligado a la impresión de periódicos locales. Había comenzado en el Tyler Telegraph de su hermano (William Henry Parsons) y formando en el Galveston Daily News. En 1868 fundó su propio periódico -Waco Spectator- en el que plasmaba sus ideas en el activismo político radical. Fracasó como editor, pero consiguió que Daily Telegraph de Houston lo contratara como corresponsal a lo largo y ancho del Estado de Texas. Y en esas conoció a la que fue su esposa y fiel aliada en su activismo: Lucy Parsons, de ascendencia hispana. Y le sonrió la fortuna cuando durante la presidencia de Ulisses S, Grant consiguió un puesto de funcionario con el que llegó a la Secretaría del Senado tejano y a cargos en los departamentos de Hacienda y Agricultura. Pero como que aquello no le llenaba optó por mudarse a Chicago, donde trabajó en el Chicago Times y se impregno de la esencia que en la prensa norteamericana se destilaba al respecto de la información sobre la Comuna de París que en tan solo 60 días, entre marzo y mayo de 1871, conmocionó a tantos y tantos por el todo el planeta. Chicago había sufrido ese mismo año su pavoroso y destructivo incendio (8 al 10 de octubre) y las medidas que aquel brevísimo gobierno socialista autogestionario había aplicado en París eran reclamadas por algunos -y entre ellos él- para San Francisco. “Las quejas de los trabajadores contra la sociedad eran justas y apropiadas” pasó a ser el lema de cabecera de Parsons tanto para enjuiciar el norte industrializado como el sur de raíces agrícolas y con los rescoldos aún calientes de la esclavitud negra y hasta del Ku Klux Klan. En Chicago se produce la transición Parsons del Partido Republicano al Partido Socialdemócrata de América; etapa que le lleva hasta el Sindicato Nacional del Trabajo (NLU), decantándose por el ala más radical que se integrará en el Partido Socialista Laborista de América. Fue una etapa muy movida en la que también Parsons estuvo en la Eight-Hour League of Chicago y en el núcleo duro de la Noble y Santa Orden de los Caballeros del Trabajo (cosas del XIX) quienes en un congreso en 1884 determinaron que a partir del 1º de mayo de 1886 la jornada laboral debía reducirse de 14 a 8 horas. Es más, dieron al gobierno de los Estados Unidos y a los empresarios un plazo de dos años para adecuarse a la medida; de lo contrario, irían a una huelga indefinida. Coincidente en el tiempo (1884) y con más notoriedad, la Federación de Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá convocó a los trabajadores a luchar por la jornada laboral de ocho horas, declarando, en forma unilateral, que los obreros iban a cumplir la medida de las ocho horas laborales a partir del 1° de mayo de 1886. Y es que, recordemos, hubo un tiempo en que también una ley prohibió trabajar más de 18 horas, ‘salvo en caso de necesidad’, cuando la etapa álgida del tendido de las redes ferroviarias en los Estados Unidos. Beligerantes fueron los Caballeros del Trabajo exigían la drástica reducción de la jornada laboral a 8 horas. Eso sí, lo hacían sesenta años después que Robert Owen, el británico que en 1810 difundió la idea de que ‘la calidad del trabajo de un obrero estaba relacionada con la calidad de vida del obrero’ y uno de sus objetivos prioritarios era hacer valer la máxima de “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”. Owen fue un empresario, filántropo y teórico socialista galés, que llevó a la práctica sus ideas reformistas en su fábrica de New Lanark (Escocia) y posteriormente en las de New Harmony (1825; en Indiana, Estadios Unidos, pero entonces ‘en las colonias’) y Harmony Hall (1839; Gran Bretaña). En esta etapa que refiero del último tercio del XIX, Parsons coincide y traba amistad con George A. Schilling; les une su militancia reivindicativa y la profesión. Schilling trabajaba para el Chicagoer Arbeiter Zeitung, un periódico radical -¡y en alemán!, de inclinaciones anarquistas, fundado por los veteranos de la Gran Huelga de Ferrocarriles de 1877. De esta vinculación, Parsons terminó publicando The Alarm (1884-1886) como semanario anarquista, cuando The Socialist, del que era editor asistente, se le quedaba poco reivindicativo. No he encontrado referencias claras sobre si la demanda de los Caballeros del Trabajo o la advertencia de la Federación de Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá fue el motivo, pero el caso es que, en 1886, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas. Como ley, promulgada quedó, pero la realidad es que sólo diecinueve estados de la Unión sancionaron leyes con jornadas máximas entre ocho y diez horas, aunque siempre con cláusulas que permitían aumentarlas a 14 y 18 horas. Muchos empresarios se negaron a acatar la Ley Ingersoll. Con el mes de abril de 1886 comenzaron las movilizaciones obreras exigiendo que se cumpliera la ley. En Chicago se inició una huelga el 1º de mayo; comenzó con una manifestación -dicen que de más de 80.000 trabajadores- liderada por Albert Parsons que discurrió sin incidentes por la Michigan Avenue. A partir de ella el conflicto se fue extendiendo a otras ciudades de los Estados Unidos, entrando en paro casi medio millón de obreros en unas cinco mil huelgas simultáneas repartidas por todo el país. Aquello fue calificado por la prensa del momento como “un movimiento poco patriota”; incluso se le calificó de “indignante e irrespetuoso”. Pero cada día de mayo se sumaban más personas a las manifestaciones de Chicago y de otras ciudades de los Estados Unidos. El gobierno mostró su preocupación y el sector empresarial recriminó a las autoridades que no lograron controlar las más huelgas simultaneas. La prensa, de todas las tendencias, aireaba “el inicio de una revolución anarquista”. Las movilizaciones continuaron en Chicago los días 2 y 3 de mayo, produciéndose el día 3 violentos enfrentamientos entre los huelguistas y la policía en el McCormick Reaper Works: seis manifestantes cayeron víctimas de los disparos policiales. El clímax llegó el día 4 de mayo cuando en la plaza Haymarket, se lee en casi todas las referencias, ‘20.000 obreros se manifestaron ante 200 policías’. No fue tal la cosa. Aquella tarde el cielo amenazaba lluvia -la cosa más normal de Chicago - y con las primeras gotas la manifestación se fue retirando; incluso el alcalde de Chicago y Parsons con su familia buscaron refugio en Zeph's Hall, en Lake Street. Pero ya bajo la lluvia y a eso de las diez de la noche un reducido grupo se negaba a abandonar el Haymarket. Y la policía intervino. Y entonces, una bomba, cuyo origen no pudo ser determinado, mató a un policía e hirió a otro. Tras la explosión hubo disparos y un balance de 7 manifestantes muertos y varios heridos. El gobierno declaró el estado de sitio y el toque de queda; fueron detenidos numerosos huelguistas. Los paros cesaron y los obreros volvieron a sus trabajos. El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31detenidos acusados de haber sido los promotores del conflicto. Los ocho principales cabecillas fueron declarados culpables de ser “enemigos de la sociedad y del orden establecido”. Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados. Samuel Fielden y Michael Schwab pidieron clemencia y sus sentencias fueron conmutadas a cadena perpetua; los tres serían indultados en 1893. Seis años antes, el 10 de noviembre de 1887, el Louis Lingg se suicidó en su celda. Al día siguiente, Albert Parsons, August Spies, Adolph Fischer y George Engel fueron ejecutados por ahorcamiento. De los cinco condenados a la pena capital, Spies era tapicero y los otros cuatro estaban relacionados con el periodismo: uno en talleres, Fischer, y tres en redacción; Parsons, Engel y Lingg. Por cierto, en las muchas tesis doctorales que se han realizado sobre estos sucesos, el juicio posterior y la sentencia, se ha destacado que nunca se pudo comprobar la culpabilidad de cinco ajusticiados. Al poco, las empresas comenzaron a aceptar la jornada de 8 horas, que fue universalizándose. En 1889 el congreso en París de la Segunda Internacional (organización formada por los partidos socialistas y laboristas) acordó celebrar el Día del Trabajador el 1° de mayo de cada año. En fin, que con una mula que arrancó este Post; con ella comenzó todo esto del 1º de mayo. Sin la mula, Parsons no hubiera llegado a Chicago y protagonizado todoesto. Bueno, tampoco sin Owen que me cautivó desde New Lamark. Y amable lector, si tienes la oportunidad de viajar no desaproveches la oportunidad de visitar Haymarket Square en Chicago, que sigue siendo un lugar con mucho significado y donde se sigue manifestando gente en aquella ciudad por los más variopintos motivos. Por cierto; hay un pub con ese nombre, Haymarket, que hace una cerveza artesanal propia excepcional. Es en una zona llena de vida. Yo voy a pocos museos, pero saboreo rincones como este. Y ya puestos, y en otro post lo conté, a la orilla del río Clyde, a un par de kilómetros de Royal Burgh de Lanark, en South Lanarkshire, en Escocia New Lanark. Para mí, más que un cuadro.
PD. Se me olvidaba. El grupo escultórico que recuerda en Chicago a los obreros de las fábricas que se sumaron a la huelga aquel 1º de Mayo de 1886, subidos a un vagón de tren para que la gente pudiera verles, está ahora Union Park, a unas manzanas de allí. Mientras unas van de tiendas, yo me bebo la vida así.

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