18 abr 2023

DE VIVIENDAS SOCIALES, CASAS BARATAS… DEL PROBLEMA DE LA VIVIENDA… DESDE EL SIGLO XV SIN SUPERAR LA CUESTIÓN

  

Estábamos de paellita dominguera hortelana cuando Carlangas me saca el móvil, que le había pitado, y a voz en grito nos ladra lo de las 50.000 viviendas de la Sareb para alquileres asequibles[1] que ya desmadraron la cita gastronómica y más de uno anduvo, hasta llegar a los postres, como pollo sin cabeza justificando, descojonándose o criticando la iniciativa electoralista pronunciada en Valencia. Vamos a tener que hacer como en la Taula del Bon Profit[2]: no hablar ni de política, ni de religión.

Ya en el ritual de prevención de la malaria que extiende la sobremesa hasta que el sol se pone, gin tonic de Oxley viene, gin tonic de UnCut va, la cosa degeneró y más parecía aquella huerta una sesión de un parlamento cualquiera, con sus desplantes y todo. Temíme lo peor. El 77% en volumen de la Naked Gin ‘UnCut’ ayudó mucho a agriar la cosa, por muy cortito que fuera y mucha tónica que llevara el chisme. ‘Tal vez’ se sumaba a ello el índice etílico que los volvió tan locuaces: los tercios de Gulden Draak (10’5%) que habíamos arramblado del Lidl para pasar el arroz. Al final terminamos como amigos -ayer, algunos, con resaca-… pero, reconozcámoslo, hubo tensión. Y no estamos ya para eso.

Yo, raro en mí, opté por estar de oyente, disfrutar de mi cigarro y mis copas. El motivo no era otro que el no tener ni repajolera idea de que la Sareb tuviera tanto ladrillo; y el presumir claroscuros[3] en el tema, que ayer y hoy se han ido sabiendo[4]. Me pilló la tarde en un renuncio que posibilitó darle mecha a casi un nuncio: un cigarro San Cristóbal de la Habana, 20 Aniversario LCDH, del que sólo había oído hablar -y que hoy podría largar con propiedad organoléptica-, que me habían hecho llegar el bueno de Lucas el viernes último y que imaginaba -y ahora se- que costaba un cataplín. Tempus fugit.

Y ya en la tarde-noche del lunes, al llegar a casa, rumiándolo desde el café que estaba, di rienda suelta a esto de la vivienda social que en España siempre ha sido un problema -mejor o peor resuelto- y en la tarde-noche de este martes, dieciocho, remato.

Yo recuerdo a mi padre en el Patronato San Francisco de Asís de Alicante, con Pepe Hernández, el señor Lillo y el capitán Vargas, en aquellas oficinas de Reyes Católicos; y al padre Ángel, de Carcagente, con sus luengas barbas blancas, su hábito oscuro y su cruzada por crear uno de los barrios más populares de Alicante, Ciudad de Asís, para alojar a los ferroviarios, que entonces malvivían en condiciones hoy inasumibles -“durmiendo en el interior de viejos vagones” he llegado a leer-, a obreros portuarios o de la fábrica de aluminio, y a los inmigrantes manchegos que poco a poco iban llegando.

Ven: ahora mismo me falta mi padre -un mes y dos días ya- al que poder preguntar, pues él lo vivió en primera persona: la de escrituras que formalizaban.

El padre Ángel consiguió del Obispado, del Gobierno Civil, del Ministerio de la Vivienda y de la Caja Provincial de Ahorros el impulso para comenzar en 1953 a construir la Ciudad de Asís, entre baldíos en la parcela delimitada por el extinto cuartel militar de la Princesa y la vía ferroviaria, en Benalúa. A finales de los sesenta ya tenía Ciudad de Asís incluso un templo y nuevas dependencias para las oficinas del Patronato, que yo, de niño, también pisé.

Casas humildes y útiles”, que así se llamaban, también construyó el padre Ángel en Orihuela, Murcia o Carcaixent. Y la barriada alicantina Divina Pastora, leo por ahí.

Y he comenzado por este ejemplo para ilustrar lo de la vivienda social -el alojamiento de la clase obrera- como aquella vivienda que se alquila o vende a unos precios que no se rigen por los de mercado y que atienden a la capacidad económica de los beneficiarios. En el caso del alquiler, éste puede ser ofrecido tanto por empresas privadas como por el propio Estado. Y en España esto de la vivienda social, sea del cariz que fuere, siempre ha sido un mal endémico.

Me voy a retrotraer hasta los tiempos de arranque del feudalismo, en el siglo V, para iniciar el tema con el alojamiento de los siervos -es que esto era así-: era responsabilidad de los señores. Responsabilidad, sí; pero no obligación legal. Y por aquel entonces ni había interés por ello, ni por la calidad del alojamiento, ni por la higiene (que esto último es algo que la caída del Imperio Romano dejó en tinieblas en la vieja Europa).

Con el tiempo, la población comenzó a emigrar del campo a las ciudades en busca de seguridad física y quizás oportunidades. Y con ello, a generar el consiguiente problema que el tiempo iba matizando hasta el siglo XVII, por lo menos. Es entonces -y sirva como ejemplo de vivienda social- cuando en Madrid comienzan a proliferar las corralas, vivienda comunal surgida a partir del corral de comedias y que es la evolución de la casa castellana de patio interior, que ganó altura con el aumento demográfico.

Las corralas del XVII, del XVIII y del XX -incluso las de las primerías del XX- están idealizadas, pero eran terroríficas: sólo suponían de 20 a 45 metros cuadrados y sólo servían para hacinar familias; no tenían ni tienen nada de poético[5]. La novedad era el retrete comunal en el rellano de la escalera en cada planta.

La corrala -vivienda vecinal, casa de corredor- no sólo es madrileña; las hubo por toda España. Es mediterránea; de la península -España y Portugal- y de Italia. Hay investigadores que la expanden aún más en todas las riberas del Mare Nostrum.

Madrid y sus corralas es un caso de solución al problema de la vivienda social por aumento de población debido a la centralidad y la localización de la Corte. Pero la necesidad de vivienda social que nos ocupa llega con la explosión demográfica y la industrialización.

Por cierto, ya que llegamos a la cuestión demográfica voy y pregunto: la revolución demográfica, ¿fue causa o consecuencia de la Revolución Industrial?

Yo, que aún noto, casi cuarenta y ocho horas después, la fuerza del espléndido cigarro en mi boca -tal vez al enterarme de lo que pagó por él el amigo Lucas-, respondo -me sale el Pepito Grillo geógrafo que en ocasiones saco a pasear- que la revolución demográfica fue consecuencia de las transformaciones económicas primero y, luego, fue causa de las mismas.

Pero el caso que aquí nos trae es que los trabajadores llegaron a las ciudades y terminaron por alojarse y malvivir en cobertizos, andenes apartados de las estaciones ferroviarias y en los sótanos de fábricas; espacios, todos ellos, sin condiciones. Es que estamos ahora -y a estas alturas de mi relato- ante el momento histórico que supuso la aparición de una nueva clase social, el proletariado, que por lo general vivía hacinado, en condiciones miserables. La nueva forma de producción masiva requería de mano de obra que produjeran más en menos tiempo a cambio de un salario; donde residiera el trabajador no era la cuestión prioritaria para el empleador. Entra en liza la clase obrera que constituye la llamada fuerza de trabajo, sin ser los dueños de los medios de producción.

Con el tiempo llegaron las propuestas de análisis del trabajo y los postulados en los modelos para llegar a la felicidad de los productores; pero lo inicios, duros.

Entraron en liza los cottages[6] británicos, los mietskaserne[7] alemanes, las Peabody Housing (viviendas populares de George Peabody[8]), los experimentos utópicos plasmados en New Lanark (del que ya nos hemos ocupado en este Blog; de Robert Owen), las ideas de Charles Fourier en sus falansterios[9], el paternalista proyecto de sir Titus Salt (Saltaire[10]), los familisterios[11] de Jean Baptiste Godin… Ideas no faltaban; como ahora, pero menos peregrinas y más realistas.

Podemos complicar la cosa a mejor en este breve repaso y llegar a los Dumbel Tenement[12] yankis, pero estaríamos en lo mismo. En todas partes hubo realidades y aquí hubo talante.

En España llevamos retraso en lo de la vivienda social tal vez porque llegamos tarde a la Revolución Industrial y más tarde al proceso industrializador y a la cuestión de los alojamientos obreros.

Si antes el ejemplo fue Madrid y sus corralas, ahora, con la industrialización, la gran ciudad obrera de España fue Barcelona[13]. Me viene a la cabeza aquella serie de TV en blanco y negro, la Saga de los Rius. Las primeras grandes fortunas de la burguesía catalana se forjaron en la trata de esclavos en la isla de Cuba y en el algodón y el vino; pero en lo primero más. Y no se estaba muy mucho por la vivienda social, aunque hubo ejemplos muy interesantes.

Pero mucho antes que en España y en los lugares europeos de la primera revolución industrial, la vivienda del obrero comenzó a ser vista ya en el siglo XV en Italia. Antonio Averlino, Filarete, arquitecto y teórico de la Arquitectura del Renacimiento, ya habla, en su Tratado de Arquitectura (1475) de, digamos, cierto tipo de soluciones habitaciones -es que, otro genio y figura que fue la ministra María Antonia Trujillo, allá por 2004, nos colocó sus soluciones habitacionales de 30 metros cuadrados[14]- bajo esta premisa: “Para un pobre que no puede llegar a tanto aderezo, que se haga lo que se pueda, con tal de que esté a cubierto. Tal casa no necesita mayor medida ni distribución de sus miembros, sino únicamente un rectángulo (...) la distribución hazla a tu manera, porque éste tiene poco dinero y no precisa calentarse los cascos para gastar, sino para saber administrarlo, de modo que con poco tenga una casa. Haz lo que puedas[15].

Y el haz lo que puedas de Filarete se convirtió en norma.

Y lo que pudo y quiso hacer Jakob Fugger/Jacobo Fúcar, alias “el rico” -gracias al monopolio del cobre en toda Europa y en aquella Alemania donde más del 90% de la población no tenía apenas dinero, vivía entre calamidades y estaba explotados por los señores- en 1516 fue el Fuggieri, un barrio de viviendas sociales para indigentes -sin deudas y católicos- de Augsburgo.

Esto no son más que “ideícas”; vayamos al meollo de la cuestión.

La vivienda social cobra protagonismo en el XIX (en 1842) tras el Informe Chadwick[16], del que fue autor Edwin Chadwick, quien desde 1833 había dirigido en Londres una comisión contra la pobreza y había tratado con profundidad el tema.

Tan sólo una década después (1853) y a pesar de contar ya con una Comisión de Asuntos Sociales (Segismundo Moret, 1844), en España se comienza a hablar del tema, pero hasta 1911 no habrá un planteamiento legal a pesar del trabajo de los krausistas positivos como Gumersindo Azcárate, Francisco Giner de los Ríos y hasta la constructora benéfica de Concepción Arenal[17]; de Adolfo Álvarez-Buylla, de Francisco Méndez Álvaro -efímero alcalde de Madrid- y otros destacados próceres más, mientras el tema llegaba a congresos internacionales (de casas baratas) en París (1889 y 1900), Amberes (1894), Bruselas (1897) o Dusseldorf (1902).

Estamos hablando de nivel de vivienda social reducida en ciudad, aunque vivienda social también son las que se construyeron tras el terremoto que asoló la Vega Baja en 1829, diseñadas por Larramendi[18], y de las que aún se conserva una en Almoradí, entregada en 1832 a una familia de damnificados que había quedado sin recursos, a iniciativa del obispo Félix Herrero. En esa localidad fueron 124 viviendas de ¡140 metros cuadrados de parcela!, con 90 de casa y el resto, corral y cuadra[19]. Y en otros puntos de la Vega Baja

A España, el primer proyecto serio de vivienda social llega en 1908 mucho después de ponerse en marcha y de haberse creado el Instituto de Reformas Sociales (1903). La ley llegará en junio de 1911 y el Reglamento que la desarrolla en abril de 1912; aunque hubo que esperar a la Ley de Casas Baratas de 1921, que favorecía la entrada de sociedades en la construcción de dichas viviendas, para ver las primeras cooperativas de carácter profesional (funcionarios, militares, empleados municipales, carteros, periodistas, descargadores de algodón, ferroviarios etc.) Y en ciudades como Alicante, Burgos, Córdoba, Orense Bilbao, Zaragoza una serie de entidades relacionadas con la Iglesia (bien a través del obispado o del sindicalismo de los Círculos Católicos Obreros) participaron en el primer tercio de siglo XX en la organización y promoción de cooperativas de casas baratas.

El problema de los alquileres no es de hoy y las propuestas de remedio siempre han sido muy peregrinas; ahí están el decreto Bugallal[20], de 1920, que congeló los alquileres en las ciudades de más de 20.000 habitantes, no tardando en hacerse extensivo a toda España, y la Ley Salmón, de 1935, de previsión contra el paro, que limitaba también los alquileres. Ambas fracasaron. Y las lanzaron ministros conservadores.

Federico Salmón Amorín fue un alicantino; ministro de Trabajo de la República por la CEDA que acabó sus días fusilado en Paracuellos del Jarama (07.11.1936). En 1931 propuso la creación del Servicio de Crédito Social en colaboración con el Instituto Nacional de Previsión y las Cajas de Ahorro, donde surgirán nuevas cooperativas de viviendas y con la Ley Salmón (21.06.1935) se fomentará la vivienda de alquiler y el construirlas para alquilarlas. Es el caso de las llamadas “Casas Salmón”[21].

Aunque siguiendo la historia de la vivienda social hallamos saltado a los urbano de las grandes ciudades, en este repaso no podemos olvidar que en 1926 una iniciativa del Partido Socialista puso en marcha los llamados poblados de Casas Baratas[22].

Y ya saltamos a la contienda donde el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones (SNRDR) fue un organismo invento creado el 31 de enero de 1938 orientado a la reconstrucción de las localidades y edificios muy dañados por la guerra. Finalizada la contienda pasó a denominarse, en agosto de 1939, Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones (DGRDR). Junto con la Dirección General de Arquitectura (DGA) quedó bajo la responsabilidad de Pedro Muguruza[23], quien sería el encargado urbanista de la reconstrucción del país.

En 1939 también llegará el Instituto Nacional de la Vivienda[24] que con la Obra Sindical del Hogar[25] promoverá Viviendas de Protección Oficial en una España víctima de su sempiterno retraso y la devastación de una guerra civil.

Una vez concluida la Guerra Civil, en la década de los 40, un millón de personas abandonó el medio rural y se dirigió a las ciudades, pero fueron 2’3 millones los españoles que lo hicieron entre 1951 y 1960 encaminándose hacia Madrid, Barcelona y Bilbao. Y como consecuencia surgieron los barrios chabolistas: Orcasitas y Pozo del Tío Raimundo en Madrid; La Mina o Verdún en Barcelona.

Pero en el período 1940-46 se construyeron más de 13.400 viviendas anuales y entre 1947-1954 ya se trabajó al volumen inicialmente planteado de 16.000 viviendas anuales. En 1950 el Gobierno estimaba que existía un déficit de un millón de viviendas en aquella España para cumplir su proyecto de “una familia, una vivienda” a base de planes de viviendas protegidas, de viviendas bonificables y de viviendas de renta limitada. Objetivo: garantizar el acceso a la vivienda de todos.

En 1954, España se dota de la Ley de Viviendas de Renta Limitada y en 1958 de la Ley de Viviendas Subvencionadas. Entre ellas, en 1955, el Plan Nacional de la Vivienda; una Orden de 12 de julio de 1955 que desarrolla el Decreto de 1º de julio de 1955.

El Ministerio de Vivienda[26] fue creado tras la aprobación de la Ley del Suelo, en el año 1957, pasando a asumir competencias de urbanismo que hasta ese momento dependían del Ministerio de la Gobernación.

Aquella España no conseguía solucionar el problema. Entre 1950 y 1957 sólo habían conseguido construir y entregar medio millón de viviendas; la mitad de las necesarias en 1950. Se recurrió al Plan de Urgencia Social de viviendas subvencionadas de 1957 que en los años sesenta consolidó el proceso de urbanización de España.

A esto ayudó mucho la estabilidad de la economía -Plan de Estabilización de 1959- y proceso de industrialización del país. En 1960 el 56% de la población se consideraba urbana y en 1981 era ya del 73%. España cambió y se convirtió en una sociedad de clases medias llegando entonces el II Plan Nacional de la Vivienda (1961-1975) que llevó a cabo, en 14 años, la construcción de algo más de 4 millones de viviendas, cantidad mínima para eliminar el déficit de pisos del que se partía.

Entre 1960 y 1980 el número de viviendas familiares se duplicó, pasando de 7,7 millones en 1960 a 10,6 en 1970 y 14,7 al comienzo de los 80. Entonces, lo he vivido, la mayor parte de los españoles consiguieron una vivienda que pagaban en menos de 15 años, a pesar de que los intereses bancarios llegaron a superar a principios de los ochenta el 16’61%.

Me decía esta mañana el padre de Lucas, al que he encontrado muy lúcido y bien, que me acordara de la escena de “El Verdugo[27] (1963), de Luís García Berlanga; que el yerno tome el relevo laboral de verdugo para mantener el pisito en el que viven. Y “el pisito” me ha llevado a la película de 1959 de ese título en la que Petrita (Mary Carrillo) y Rodolfo (José Luis López Vázquez) están en un noviazgo eterno -de una docena de años ya- por no poder comprarse un piso; entonces ella tiene una brillante idea[28].

Ideas son lo que faltan para llegar a una solución al tema de la vivienda. Ahora mismo en España hay 290.000 viviendas de titularidad pública calificadas como vivienda social. Las Comunidades Autónomas son titulares de 180.000 viviendas, y los Ayuntamientos de las restantes 110.000 viviendas. Y esto se mueve poco. Con el último informe, que llega a datos consolidados de 2021, la inversión española en políticas de viviendas se situó en el 0,22% respecto al PIB. En línea dicen los exegetas con el 0,25% del conjunto de la Unión Europea. De momento, un poco más bajo; pero la diferencia entre España y el resto de la Unión Europea en materia de vivienda social es la forma de tenencia. Mientras en Europa va al alquiler social, en España se sigue trabajando para la compraventa, alquiler y alquiler con opción a compra.

Y esto hay que arreglarlo. Porque la idea de Petrita no es solución tampoco en 2023.




[2] La Taula del Bon Profit es una costumbre o ritual de la ciudad de Benidorm. Consiste en una reunión de personas nacidas en el municipio para cenar y mantener una charla sobre temas culturales valencianos, el último viernes de cada mes. Empezó el 1972, motivada por la certeza que la identidad benidormera se estaba perdiendo. No es solo una reunión de amigos, sino que tiene su idiosincrasia. El lema “entre todos lo haremos todo/entre tots ho farem tot” define claramente esa identidad y es obligatoria habla en valenciano. No se puede hablar de religión ni de política. En teoría, las mujeres no pueden ir a estas reuniones, aunque últimamente fechas de excepción. Entre las peculiaridades de este encuentro está el cap de taula/jefe de mesa, una persona importante de la población, y l’avisador/el avisador, encargado de convocar a la gente. El tercero de los honores es el de xarraire, un invitado ilustre -un historiador, poeta, lingüista, científico o personalidad con cierto prestigio- que ofrece la disertación. Lleva 495 cenas hechas, y últimamente se ha ensanchado en toda la comarca. http://www.diccionaridebenidorm.org/entrada/1063/taula-del-bon-profit

[3] 21.000 viviendas que podrán comprar comunidades y ayuntamientos para solucionar la emergencia habitacional de sus regiones; hasta 15.000 pisos que se construirán para alquiler asequible en suelos de Sareb, de la mano de empresas privadas; y la propuesta de un alquiler social a 14.000 inmuebles en situación irregular.

[4] 46.542 viviendas disponibles, 34.759 anejos (garajes y trasteros), 14.202 obras en curso, 24.619 suelos y 13.192 inmuebles terciarios (oficinas y locales). Luego resulta que unos 14.000 inmuebles ya están ocupados en estos momentos de manera irregular, en gran medida por personas y familias en situación de vulnerabilidad. Otras 15.000 viviendas de las 50.000 prometidas no existen y tardarán años en existir. Las 21.000 viviendas restantes hasta las 50.000 forman parte del portfolio que Sareb acumula desde la caída de las cajas y bancos rescatados y se encuentran en fase de comercialización o en obras para su adecuación. En concreto, sólo 9.000 viviendas ya están terminadas y listas para entrar a vivir, mientras que otras 11.900 que están pendientes de adecuación. Los suelos menos atractivos están destinados al llamado proyecto Viena, un plan de colaboración público-privada que cuenta con 112 suelos identificados para construir 10.000 viviendas por fases, aunque la cifra final podría elevarse en 5.000 más en función de la evolución de los activos de la sociedad. El proyecto Viena se encuentra en fase de estudio con PwC en colaboración con la Sareb y su efectividad para hacer frente a las tensiones en el mercado de las grandes ciudades podría ser limitada, ya que los suelos incluidos en él se encuentran en municipios menores y en zonas con menos población, donde la demanda y la presión sobre los arrendatarios es más baja o incluso inexistente. https://www.elmundo.es/economia/vivienda/2023/04/17/643d53ab21efa093538b45b5.html

[5] Viviendas sin luz ni aireación, donde se acrecienta el riesgo de mortalidad por la falta de condiciones higiénicas, a la vez que, para la moral de la época, se favorece la inmoralidad sexual. Oscuras y mal ventiladas, el tamaño de las casas era minúsculo, no pudiendo superar, por ley, los 30 metros cuadrados, a pesar de lo cual lo habitual es que estuvieran ocupadas por dos o más familias numerosas, que vivían juntas para compartir el alquiler. Estas viviendas se creaban estancias usando como paredes biombos o cortinas con cortinas. Por lo general se dividían en dos cuartos: uno a la entrada, hacía las veces de cocina, comedor y cuarto de estar; otro al fondo,  servía de dormitorio y armario. El hacinamiento y la falta de higiene propiciaban la aparición de plagas e infecciones. El retrete era común para todos los vecinos. Solía haber uno por planta y las familias se turnaban tanto a la hora de utilizarlo como de limpiarlo. Cuando querían asearse más en profundidad, los vecinos tenían que recurrir a las casas de baños municipales más cercanas. El patio era el eje sobre el que se construía la vida comunitaria en la corrala, una suerte de las añoradas plazas de los pueblos de los que provenían los vecinos: allí jugaban los niños, los abuelos tomaban el fresco y las mujeres lavaban con barreños de cinc en las fuentes surtidas por los viajes de agua subterráneos. Todo ello bajo la supervisión de dos importantes personajes, de gran autoridad: la portera y el administrador o casero. La portera era una institución en la corrala. Velaba por los vecinos, por el inmueble, por las buenas costumbres y era por lo general una figura muy respetada. El casero, por su parte, era un vecino a quien el dueño contrataba como administrador y guardián del edificio, encargándose de cobrar los alquileres y de poner orden cuando hacía falta.

[6] Vivienda de ladrillo de una o dos plantas en la que se distribuían de dos a cuatro piezas, una de ellas servía de cocina y, en el mejor de los casos, incluía un sótano. Estaban conformadas para aproximadamente 20 personas. Estas viviendas se construyeron inicialmente de forma irregular y dispersa, pero con el tiempo comenzaron a compactarse y extremar el hacinamiento en largas hileras.

[7] Cuartel de vivienda (cuartel residencial) es un edificio de vivienda de varios pisos en el centro de la ciudad con uno o más patios interiores de la época de la industrialización alemana (Gründerzeit), que fue construido para amplios estratos de trabajadores y empleados. Solían ser construidos por grandes terratenientes o sociedades inmobiliarias, precursoras de las sociedades inmobiliarias actuales.

[8] El primer bloque fue construido por H.A. Darbishire, que fue un arquitecto muy vinculado a la construcción de vivienda social, y que trabajó para el Fondo hasta 1885. Este primer bloque se levantó en Commercial Street, Spitalfields, del que se conserva un grabado en el Illustred London News (1863). El edificio constaba de 57 pisos, 9 comercios con vivienda, baños, lavandería y retretes junto a las escaleras para cada dos viviendas. Los pisos eran estándar. La mayoría tenían dos dormitorios, fregadero y servicios propios, y se arrendaban por dos chelines a la semana. Hacia 1882 había ya un total de tres mil quinientas viviendas, que albergaban a más de catorce mil personas.

[9] El falansterio es la comunidad de producción, consumo y residencia teorizada por el socialista utópico francés Charles Fourier como base de su sistema social igualitarista. Eran de carácter agrícola y estaban formados por grupos de 1.620 personas. En estas comunidades la competitividad económica era abolida, no había salarios ni propiedad privada. Se fundaban en la idea de que cada individuo trabajaría de acuerdo con sus pasiones y no existiría un concepto abstracto y artificial de propiedad, privada o común. Todos los individuos participarían de la propiedad de la tierra y los medios de producción

[10]Saltaire es una colonia industrial (Model village en inglés) de la época victoriana. Fue fundado en 1853 por Sir Titus Salt, un industrial líder en producción de lana en Yorkshire. El nombre del pueblo es una combinación del apellido del fundador con el nombre del río Aire. Salt trasladó todo su negocio (cinco molinos separados) de Bradford a este lugar cerca de Shipley en parte para proporcionar mejores alojamientos para sus trabajadores que podrían tenerse en Bradford y en parte para albergar su gran molino textil por un canal y un ferrocarril.

[11] El familisterio Godin es un falansterio creado en 1880. En 1854, Jean-Baptiste André Godin (1817-1888), industrial y socialista fourierista francés, fundó en la localidad belga de Forest una sucursal de las fundiciones de Guisa (Aisne, Francia). En 1858, trasladó esta unidad de producción a lo largo del canal de Willebroek, de Laeken. El familisterio de Laeken no tuvo un desarrollo comparable al de Guisa. La Sociedad del Familisterio cesó sus actividades en 1968 y se disolvió. El inmueble de Bruselas fue vendido y convertido en oficinas. El familisterio fue reconvertido en hotel de empresas, pero no tuvo éxito.

[12] Vivienda multifamiliar de alquiler comúnmente construida entre 1879 y 1901. Consistía en un edificio de cuatro a seis pisos de altura con cuatro apartamentos en cada piso, se reconocía por su característica forma de mancuerna. En cada apartamento vivían hasta 18 personas. Se conformaban por tres habitaciones, dos de las cuales compartían una ventana interior que permitía que la luz llegara a la habitación interior. Se ingresaba por la cocina donde se encontraba una estufa de leña y una bañera de concreto que se cubría con tablas y servía como mesa de comedor. Antes de 1901, los residentes usaban letrinas en el patio trasero, posteriormente, se instalaron dos baños comunes en cada piso.

[13] El arranque industrial de finales del XVIII, al igual que en el caso británico, se basó en el algodón, cuando la mecanización de la hilatura en tierras catalanas avanzó notablemente gracias a la adopción de la hiladora spinning jenny. Desde mediados de la década de 1730 el surgimiento de la manufactura de indianas -tejido elaborado con algodón estampado-; un sector moderno, muy concentrado al principio en Barcelona y dedicado inicialmente sólo a la estampación, pero que después incorporó las fases de hilatura y tejido. Catalunya experimentó un proceso de crecimiento smithiano (Adam Smith) desde las últimas décadas del siglo XVII y durante el siglo XVIII. La mecanización de la hilatura siguió avanzando, con una versión autóctona mejorada de la spinning jenny -la berguedana-, y con máquinas de hilar accionadas por la fuerza del agua de ríos y torrentes -la water frame- y de caballerías -la mule Jenny-. Barcelona se convirtió en la principal concentración industrial del Mediterráneo durante el siglo XIX.

[14] María Antonia Trujillo, barajaba incluir "soluciones habitacionales" de 30 metros cuadrados para "situaciones transitorias" en el Plan de Vivienda 2005-2008. Las 180.000 viviendas anunciadas en 2004 tras torpedear la Ley del Suelo del PP. https://www.libremercado.com/2004-05-29/editorial-el-ministerio-de-las-soluciones-habitacionales-5209197/

[15] Pedraza, P. (Ed.): Tratado de arquitectura. Antonio Averlino, Filarete; Vitoria, Ephialte, 1990, pág. 201.

[17] De la abogada, pensadora, periodista, poetisa y autora dramática y de la Condesa de Espoz y Mina. Se fundó esta asociación en Madrid el 28 de abril de 1875 en una reunión celebrada en el Ayuntamiento bajo la presidencia del Conde de Toreno, alcalde por aquel entonces de la capital. El motivo fue el de hacer efectivos dos importantes legados. Uno de 30.000 pts. que la Condesa de Krasinscky, austriaca, entregó en 1874 al embajador de España en Paris Salustiano Olózaga para que se destinasen a beneficio de los trabajadores españoles. El otro de 7.425 pts.  donados por Gertrudis Gómez de Avellaneda, novelista y dramaturga. A estas dos cantidades se sumaban 13.478,30 pts. importe de una suscripción hecha en París por iniciativa de Salustiano Olózaga. La propuesta era construir viviendas higiénicas, cómodas y económicas, y además con la idea de inculcar en estas clases hábitos de orden y aseo, virtudes que, por su comportamiento y costumbres. La primera actuación de La Constructora Benéfica en 1883. Barrio del Pacífico, en la calle particular de la Caridad,  muy cerca de la estación ferroviaria del Mediodía, para aproximar la vivienda al lugar de trabajo de los destinatarios de las casas, que se empleaban en los talleres de la Compañía del Ferrocarril del Mediodía, donde se construyeron 38 casas para 58 familias compuestas por viviendas colectivas de tres plantas, dos a cada lado de la calle, con cuatro viviendas por planta. Las viviendas unifamiliares, un total de 22, constaban de entrada, cocina, dos habitaciones y retrete en el exterior junto al patio.

[18] José Agustín de Larramendi Muguruza (1769-1848) el vasco que articuló España, fue un político, ingeniero y geógrafo español, autor, junto con el mallorquín Felipe Bauzá, de los trabajos que dieron origen a la actual división provincial española. Al organizarse, en septiembre de 1796, el Real Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos,  Larramendi fue agregado con el grado de teniente y nombrado profesor de Meteorología. Alto cargo de la Dirección General de Correos, Postas y Caminos en 1821. Cuando el 21 de marzo de 1829 se produjo un terremoto que arruinó cerca de quince pueblos de la comarca de la Vega Baja. Larramendi, comisionado para estudiar los estragos y proponer soluciones, recorrió la zona detenidamente y tras un primer informe en que proponía la reconstrucción de los pueblos, el 6 de junio remitió las plantas, de trazado hipodámico, para las poblaciones de Torrevieja, Benejúzar, Rojales, Guardamar y Almoradí, junto con una memoria con las normas de carácter antisísmico que debían seguirse para la construcción de calles y edificios. Recomendaba asimismo nombrar superintendente “con facultades omnímodas” al obispo de Orihuela y nombrar facultativo principal al ingeniero de los pantanos de Lorca Eugenio Fourdinier. De su mano salió el trazado actual de poblaciones como Torrevieja, Guardamar, Benjúzar o Almoradí después de que un terremoto las hubiese reducido a ruinas en marzo de 1829.

[19] Suelo de tierra, techos con cañizo y entrevigado de madera de pino. Sobre una superficie aproximada de 140 metros cuadrados se construyó una vivienda de 90 metros. El resto de la superficie se destinó a corral y cuadra. Se accede por un portón doble desde la calle y la vivienda está distribuida en dos habitaciones en la fachada, cocina-estar y una pequeña dependencia junto a la cocina. Su pavimento era de tierra apisonada. En la cocina hay un fogón bajo la gran chimenea y la leja de la campana, con espacio para enseres y ollas, además de un tinajero. El corral consta de una pequeña cuadra o establo, cuyo único acceso de entrada o salida es la puerta principal, de ahí el motivo que sean de doble hoja, facilitando el trasiego de animales. https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20190102/453906022948/primera-vivienda-social-espana-almoradi-museo-terremoto-1829-larramendi.html

[20] Gabino Bugallal Araújo, II Conde de Bugallal (1861-1932). Como ministro de Gobernación, Bugallal tuvo dos responsabilidades principales en 1920: organizar las elecciones del 19 de diciembre; y dar cobertura a la política represiva, de “mano dura”, contra las organizaciones obreras. En medio de huelgas y bajo la presión social del movimiento obrero y de las ligas de inquilinos promulgó el decreto.

[22] Cooperativa Pablo Iglesias,  fundada en la localidad cordobesa de Pueblonuevo del Terrible -municipio situado en la provincia de Córdoba, que existió entre 1894 y 1927; hasta la fusión- en diciembre de 1926 por iniciativa de un grupo de obreros socialistas de Peñarroya-Pueblo Nuevo y que alcanzó en 1937 los 60.000 socios;  llegaría a publicar una revista El Hogar Obrero, y a promover varias ciudades-jardín, aunque debido a las vicisitudes del periodo solo pudo construir un total de 244 viviendas en diversas ciudades españolas. Comenzó sobre unos terrenos donados por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya. Tras el término de la guerra civil, en 1939, fue ilegalizada y sus propiedades incautadas por el Instituto Nacional de la Vivienda. Se ha criticado su conservadurismo en sus planteamientos urbanísticos, desarrollados en torno a un modelo de ciudad-jardín y ajenos a otras más propuestas contemporáneas más rompedoras.

[23] El arquitecto Muguruza organizó la profesión y definió el nuevo estilo junto con Pedro Bidagor, Gutiérrez Soto y López Otero. En abril de 1939, en la primera asamblea nacional de arquitectos se plantea el dotarse de un plan de reconstrucción en el que se marquen las directrices fundamentales para la misma. Se buscaba crear líneas de actuación unificadas. Junto a la Dirección General de Arquitectura y dependiente de ella se crean también la Sección de Urbanismo y el Centro Experimental de Arquitectura

[24] Ley de 19 de abril de 1939 establece un régimen de protección a la vivienda de renta reducida y crea un Instituto Nacional de la Vivienda, encargado de su aplicación. Su misión fue la de dictar normas de construcción, seleccionar tipos de viviendas y materiales, ordenar y orientar las iniciativas de los constructores y contribuir, otorgando determinados beneficios, a la edificación de casas de renta reducida, procurando que se atienda, en primer término, a las necesidades de los más humildes y que las casas reúnan las más exigentes condiciones de higiene y de calidad de construcción. Tras el Decreto de 26 de abril de 1957 por el que se aprueba el Reglamento orgánico provisional del Ministerio de la Vivienda y en la Dirección General de la Vivienda se integra el Instituto Nacional de la Vivienda. Aunque siempre estuvo bajo la tutela de los ministerios del Ejército y Marina; instrumentalizado por el Régimen para, mediante las viviendas adjudicadas, sobrepoblar con policías y militares zonas conflictivas.

[25] Fundada el 10 de diciembre de 1936, la OSH nacía con el objetivo de intentar solucionar el problema de la vivienda mediante la construcción y administración de viviendas de construcción pública, que luego se vendían a bajo precio. Formó parte de la Organización Sindical Española y estuvo adscrita a la Delegación Nacional de Sindicatos. Cuando la OSH fue creada dependía del ministerio de la Gobernación; en 1957 pasó a depender del ministerio de la Vivienda. Según datos de la propia OSH, entre 1939 y 1960 habría construido 138 686 viviendas en la Colonia Experimental de Villaverde Alto de Madrid y los barrios del Verdún de Barcelona, San Roque de Badalona, de Contrueces de Gijón, de Yagüe de Logroño y de Dos Hermanas de Málaga.

[26] El primer ministro de la Vivienda fue un falangista camisa nueva y arquitecto José Luis de Arrese, al que sucedió José María Martínez Sánchez-Arjona, Vicente Mortes, José Utrera Molina, Luis Rodríguez de Miguel, siendo el último ministro de la Vivienda Francisco Lozano Vicente, gobernando ya Adolfo Suárez, hasta su desaparición en 1977. El presidente Rodríguez Zapatero lo volvió a crear en 2004 encargándose por primera vez de la cartera María Antonia Trujillo. Este ministerio volvió a ser suprimido en octubre de 2010.

[27] El Verdugo nos cuenta la historia de José Luis, el empleado de una funeraria que desea emigrar a Alemania, pero las circunstancias lo obligan a casarse con la hija de un verdugo profesional. Amadeo, que tiene su jubilación a pocos meses, convence a su yerno para que herede el puesto de verdugo que él va a dejar vacante, para así poder mantener la vivienda del estado.

[28] Rodolfo se casará con Doña Martina, su anciana y enferma casera, de manera que cuando esta fallezca heredará el contrato de alquiler sobre el inmueble a bajo precio. Tras la ceremonia, sin embargo, la anciana todavía será capaz de sobrevivir dos años. Finalmente fallece, y Petrita y Rodolfo ven cumplidos su objetivo, aunque el pesimismo y la tristeza reinan en el ambiente.

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