2 sept 2012

DE LAS BOMBILLAS INCANDESCENTES ESAS...



Ya no se pueden fabricar en la UE-27 lámparas de incandescencia, las tradicionales “bombillas”.

Pero, ojito que… esta burra no es de hoy; no la vayamos a comprar.

Todo comenzó en 2009 con la Directiva 2009/125/CE y, naturalmente, con el Reglamente CE 244/2009.

El 1º de diciembre de 2009 ya se prohibió la fabricación y distribución de lámparas incandescentes de 100 vatios o más en todo el ámbito de la UE-27. Y nadie pió nada. En base a la misma directiva, el 1º de septiembre de 2010 ocurrió lo mismo con las lámparas de 75 vatios. Y tampoco nadie dijo nada. El 1º de septiembre de 2011 dejaron “de existir” las de 60 vatios (en todo el ámbito de la UE-27 menos en las tiendas de los chinos que son territorios de ultramar de Pekín, casi como las Islas Paracel). Y ahora, 1º de septiembre de 2012, las de 40 y 25 vatios. Que tampoco es una cosa como para dejar correr ni siquiera la imaginación. Que en verdad de la buena, hasta final de agosto no deberían quedarnos en la UE-27 bombillas de 60 vatios y bastaba ir a un chino y comprar las que quisiéramos… a pesar de lo ineficientes energéticamente que son/eran.

Ahora bien, lo de la lámpara incandescente esta tiene su historieta.

Para conmemorar el hecho este que comenzó el 1º de diciembre de 2009 y que parece que todos hemos olvidado, han aparecido ahora numerosas referencias al invento de Edison (1879), Thomas Alva Edison (prolífico inventor, eso sí), olvidando que antes que él otros lo hicieron.

Sin ir más lejos, Edison trabajó sobre la patente de Swan, Joseph Wilson Swan, un autodidacta del nordeste de Inglaterra, de Sunderland, que triunfó en los campos de la física y la química. En 1878 recibió la patente de su bombilla y luego permitió que Edison la fabricara para los EEUU. De hecho, la compañía de Edison se llamaba Edison & Swan United Electric Light Company.

Pero es que la bombilla incandescente es anterior a Swan. Otro británico -este, de Cornualles-, Humphry Davy, trabajando para conseguir una mejor lámpara de seguridad en las minas (1825), en 1820 ya fabricó la primera bombilla, desechándola, la verdad, porque, como ahora, sólo el 5% de la energía consumida se transformaba en luz. Pero el mundo científico tiene fehaciente constancia del hecho y del invento. Con Warren De la Rue, otro británico, pasa otro tanto. Bueno, éste estaba más interesado en fotografiar la luna y pesa menos la cosa.

Pero es que nos olvidamos de Heinrich Göbel, un alemán afincado en Nueva York que patentó su bombilla incandescente en 1855, incluso antes que Swan. Pero no pudo con la batalla mediática y la fama de Edison a la hora de conseguir la gloria y los dólares. Franklin Leonard Pope, otro destacado inventor del XIX, y socio de Edison (Pope-Edison & Company Electrical Engineers), ya dejó dicho por activa y por pasiva que Göbel había inventado la bombilla incandescente antes de que Edison trabajara sobre la patente de Swan. Pero ni flowers.

Pero es que el ruso Alexander Lodygin ya había patentado su bombilla (1872), que era mucho más potente (aunque de eficiencia energética idéntica), tanto en Rusia como en Gran Bretaña. A este se le hace mucho menos caso por ruso y por soldado: la quería para un ‘’helicóptero eléctrico” que había desarrollado en la fábrica de armas de Tula, en la Rusia zarista. El “electrolet” ruso merecería más detalle a la hora de hablar de él, pero hoy vamos de bombillas.

En fin que la historia se las trae; casi dos siglos de vida (algo más de 190 años) y varios padres (1 oficial y varios putativos).

Ahora, sólo una duda me corroe: Cuándo a algún personaje se le ocurra una idea, ¿qué le dibujarán en la viñeta? Un led, un diodo emisor de luz, no es lo mismo. Es más, esa bombilla, en el papel, es la única que no gasta nada.



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