22 ago 2020

DE PARECERSE A BENIDORM; HOY, DE BOURNEMOUTH

 

 

Hoy, el Diario El Mundo, me saca, en la sección Papel (de verano), un titular llamativo: Bournemouth, el Benidorm británico (sin mascarilla). Carlos Fresneda lo deja bien claro al principio: “algo así como el Benidorm inglés”. Vamos, que no es Benidorm, pero da idea de lo que quiere trasladarnos Fresneda, sabiendo cómo es Benidorm.

 

Como esta misma semana varias playas del norte de España hacían comparaciones con Benidorm y de toda la vida son habituales estas comparativas de éxito turístico rayano con la felicidad, considero que habremos, pues, de colegir la necesidad de exigir ya al BIPM (Oficina [Bureau] Internacional de Pesas y Medidas) de París la inclusión del patrón Benidorm como medida del éxito y la felicidad en Turismo, en el SIU (Sistema Internacional de Unidades).

La misión del BIMP es la de asegurar en todo el Mundo la uniformidad de las mediciones y su trazabilidad al SIU. La nueva unidad de métrica en turismo, Benidorm, debe estar en el BIMP, proclamamos desde aquí.

Estos del BIMP empezaron en 1875 con el patrón del metro y del kilogramo como unidades básicas del Sistema Métrico Decimal. El mismísimo Lavoisier (el padre de la Química, Antoine-Laurent de Lavoisier) llegó a decir que “nada más grande y sublime ha salido de las manos del hombre que el Sistema Métrico Decimal”. Ahora, el BIMP, lo dirige el británico Martin JT Milton; a lo mejor es una pieza más a nuestro favor y unimos lo de Word Heritage a lo del BIMP.

No estaría mal: el metro, el kilo, el segundo, el amperio, , el grado Kelvin, la candela, el mol y el Benidorm.

Esto de los patrones ha ido evolucionando a través del tiempo, buscando cada vez ser más precisos. En el caso del metro, hemos pasado (1792) de considerarlo como la a diezmillonésima parte de la distancia que separa el polo norte de la línea del ecuador terrestre, a través de la superficie terrestre a (1983) la distancia recorrida por la luz en el vacío en 1/299792458 partes de un segundo, que ya es afinar. El cilindro de platino e iridio guardado en Francia desde hace más de 130 años como referencia del kilo ya no es tal; desde mayo de 2019  el kilo se define a partir del valor numérico de la constante de Planck, valor físico fundamental de la naturaleza que relaciona la energía de un fotón con su frecuencia y se simboliza con la letra 'h'. ¡Toma ya!; minipunto para el Gran Kilo.

Pero el Benidorm, que es irreemplazable, va en consonancia con los tiempos, es ejemplo de resiliencia y puede seguir siendo referencia de métrica sin tener que estar bajo tres llaves en París y sin depender de Conferencia General de Pesas y Medidas alguna.

Y puestos a aplicar la métrica y con esta referencia a la que aludía al principio del post, voy a comparan Benidorm con Bournemouth. Bueno, en junio pasado, la prensa británica ya había comparado la seguridad covid de las playas de Benidorm con las suyas.  

En fin: yo, a lo mío. Voy a encontrarle alguna similitud, métrica benidormera al canto.

Así, al pronto, ambas entidades partieron de cero. En ambas, el contrabando fue un referencia, veneran a su fundador y ambas fueron diseñadas por un topógrafo. Ah, y en ambos casos se trata de playas sobre las que detrás les ha crecido una ciudad. Pero, ya saben: si me pierdo algún día, que me busquen en Benidorm.

‘La playa’ de Bournemouth, unos 11 kilómetros, es una sucesión de tramos de playa. De izquierda a derecha, de Poole a Christchuch, tenemos Alum Chine Beach, Durley Chine Beach, West Cliff Beach, East Cliff Beach, Boscombe Beach, Fishermans Walk Beach y Southbourne Beach.

                                            Bourneouth, sin avalanchas de sunseekers 2020

El artículo de referencia de El Mundo habla de los sunseekers (buscadores de sol) y de que masivamente se han ido a Bournemouth este año y … hasta ahí.

Porque esas playas hoy son la antítesis de Benidorm y la propuesta Benidorm Beach Safety. Los usuarios de la playas (en alguna otra ocasión podríamos haber dicho “la gente”), en Benidorm, está siendo sumamente responsable y aquí no ha habido que poner carteles de TOO BUSY, ni la policía los cartelones de HEAD HOME. Aquí, en Benidorm, prima la seguridad y la distancia social está asegurada en unas playas ordenadas y controladas.

Pero a la métrica…

Bournemouth debe su fama a la visita del italiano Agusto Bozzi, un personaje de película. Nacido en Italia, resulta que su bisabuelo, Beril Granville, fue un caballero inglés, de Cornualles que, cosas de la política en el XVII, terminó en Italia. Augusto se formó como médico en Pisa. Su carrera arranca como segundo facultativo de la embajada británica en Estambul, sigue en Málaga (1804) y en 1805 estaba en Madrid como miembro de la Academia de Medicina. No sé lo que pasó, pero en su biografía cuenta que como no le gustaban los toros y por las noches Madrid parecía inseguro, se marchó por Lisboa, donde estaba la escuadra inglesa fondeada; terminó de cirujano en el HMS ‘Raven’ en un periplo que le llevó por el Atlántico sur. En 1809 se casa con Josephine Kerr y se establece en el Reino Unido (Brompton, primero; luego el gran Londres); practica con éxito la medicina, viaja y escribe. En 1841 publicó “Los balnearios en Inglaterra y principales lugares para bañarse en el mar” y, para la segunda edición, incluyó Bournemouth.

Bournemouth, como todo lo que triunfa en turismo, era un lugar solitario, sólo apto para contrabandistas, hasta que Sir George Ivison Taps y William Dean compraron aquellas tierras gracias a la Christchurch Inclosure Act de 1802. Bournemouth, hasta ese momento, no era más que un brezal de maleza que separaba el puerto de Poole de Christchurch, conocido como Bourne Heath. Los nuevos propietarios plantaron pinos resineros y se dedicaron a verlas venir ante la vigorizante brisa marina. Sir George se plantó allí también una casita de veraneo.

La misma idea tuvo el capitán Lewis Dymoke Grosvenor Tregonwell, de los Rangers de Dorset. Tras la batalla de Trafalgar y acabada las llamadas guerras napoleónicas, Tregonwell dejó de patrullar la costa y se retiró de la milicia activa y pasó a oficiar de juez de paz en Christchurch, comprándole un terrenito en Borune Heath a Sir George y edificando la segunda casita (1810). Fue Tregonwell, invitando a amigos adquirir propiedad terrenal y edificarse casitas de veraneo el que dio vida al lugar; y cuando falleció, Bournemouth ya era un pueblito vacacional y a este Tregonwell se le considera “el fundador” de Bournemouth y varias estatuas lo recuerdan por laciudad. Aquí echo yo de menos, al menos una, “al fundador” de Benidorm.

Ahora los documentalistas e historiadores están desentrañando detalles de la vida del viejo capitán de los Dorset Rangers y me lo sitúan como el gran padrino del contrabando invernal por aquellas playas, pero… ¡que le quiten lo bailao!

Un topógrafo, Christopher Crabb Creeke, desarrollará el trazado urbano de Bournemouth planificando la trama urbana y todas las obras de infraestructura. Fue la autora de Frankenstein, Mary Shelley, la que le contrató sus primeros trabajos en Bournemouth, en 1850. Mary había pasado en Suiza, con Lord Byron, John William Polidori y Claire Clairmont, aquél verano de 1816 -el año sin verano- y tuvo una agitada vida, pero al final de sus días se acercó a Bournemouth. Su hijo Percy, adquirió un terreno y construyó una casa. En una visita a la inacabada casa (1850), Mary Shelley pidió ser enterrada en aquella localidad; y lo está.

Tenemos las playas, el lugar albuferenco, el partir de cero, el fundador y el topógrafo… muchas similitudes.

                                   The Telegraph estuvo duro: https://youtu.be/_01vDN4PBQE

Y volviendo “al fundador”, Tregonwell encontró un gran aliado en el hijo de Sir George Tapps desde 1835. Sir George William Tapps-Gervis quiso emular a Brighton y contrató al arquitecto Benjamin Ferrey quien diseñó hoteles y balnearios, y construyó la primera iglesia, que de lunes a sábado era la escuela del lugar.

En 1842 es cuando visita el lugar de Bournemouth el tal Augusto Bozzi, con su flamante librito de lugares exclusivos de baños ya publicado y que es un éxito; se queda impresionadísimo y lo incluye en la segunda edición (1843). A partir de se momentos, turistas acomodados y “turistas de salud”, acudieron como moscas al nuevo lugar de veraneo que desde 1849 está en auge y comienza su inicial esplendor. En 1856 cuenta ya Bournemouth con una comisión municipal para el gobierno administrativo del lugar y así fue hasta 1890 en que ya entra en el nivel, digamos, de Ayuntamiento.

En 1870 llegó el ferrocarril y… ahí ya todo comenzó a ir a más… hasta el verano de 2020.

Ah, el alcalde de Bournemouth, en 2015, se dejó caer por Benidorm… Chris Mayne… Habrá que invitar a la alcaldesa de hoy, Susan Philips…

Benidorm, por aquel entonces de mediados del XIX sólo producía capitanes de almadraba y oficiales de la Armada; recordemos que hasta julio de 1830, momento en que se acaba con la piratería berberisca, habitar la costa mediterránea era una osadía.

 

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