6 nov 2014

DE LAS COSAS QUE HICIERON POSIBLE EL TURISMO


Llevo unos días sin escribir en el Blog, centrado en un informe que tengo que presentar el día 11; el día sólo tiene 24 horas. Pero no puedo dejar pasar por alto (no me he podido resistir a) el sensacional trabajo “100 innovaciones que transformaron elturismo/100 Innovations That Transformer Tourism” que acabo de descargar a través del TTRA (Travel & Tourism Research Association). Su autora es la profesora Anne-Mette Hjalager del Centro de Turismo del Departamento de Medio Ambiente y Economía de la Empresa de la Universidad del Sur de Dinamarca (en Odense, en la Isla de Fionia… de dónde era el cuentista Andersen; Hans Christian Andersen).

Para mí, por eso lo comparto, ha sido fascinante reparar en esos 100 ítems revolucionarios para el Turismo. La movilidad, el aumento de posibilidades de esa movilidad, es clave y resulta que casi la mitad de ese centenar de innovaciones están relacionadas con ese factor. Movilidad: 1 de cada 6 personas en todo el planeta viajó por turismo en 2013. Y “pelas”: gracias al turismo 1’4 billones de dólares confluyeron en la cuenta de resultados del Turismo.

El primer ítem es el pasaporte; llama la atención que el pasaporte sea la innovación más antigua.
Y es que el pasaporte es una innovación del siglo XV; de 1414, cosa de Enrique V de Inglaterra. Vivimos ahora en la UE-28 y el Espacio Schengen nos lo hace olvidar… pero ¿qué sería del Turismo sin el pasaporte? Vale que en el siglo XV, ni foto, ni banda magnética; pero desde entonces está en marcha el pasaporte.

También son interesantes los ítem del taxi (1640), del barómetro (1643), y del termómetro (1714) -por aquello de que el clima nos condiciona mucho lo de hacer turismo -o las mismísimas vacaciones, incluso si son en la nieve- son otros importantes elementos que señala la danesa, pero habrá que esperar a 1847 para que los institutos meteorológicos nacionales empiecen a dar sus partes y previsiones.

Todos estos jalones de la carrera turística no dejan de ser importantes, pero por aquellos días del siglo XVII, que ya ha llovido, para mí es fundamental el primer museo (1683), el Museo Ashmolean (Ashmolean Museum of Art and Archaelogy) construido para albergar “el gabinete de curiosidades” de Elias Ashmole y que éste donó a la Universidad de Oxford en 1677. El 6 de junio de 1683 abrió este museo, que también incluía las colecciones de los John Tredescant -padre e hijo- que contaban, como anécdota, con el último dodo[1] disecado que se vio en Europa. Se convirtió en un atractivo de la ciudad de Oxford; mucho más que su prestigiosa universidad.

Y en ese capítulo de grandes hechos hay que citar el cheque de viaje (1772; sí, siglo XVIII). Aquél primer traveler’s check emitido en Londres era válido en 90 ciudades europeas; fue un “invento” de la London Exchange Company. Se trataba, en realidad, de un pagaré[2] bajo el título de “promissory notes for travelers”, según la idea de Sir Robert Herries. Fue tal el éxito, y el desprecio de casa matriz, que Herries creó su propia firma -Herries, Farquar & Co.- para seguir con ellos en 1797. En 1893, Lloyd se hizo con el negocio.

Prof. Anne-Mette Hjalager
Y siguiendo a la profesora Anne-Mette Hjalager descubres que el cinturón de seguridad es de 1804; incluso anterior al “invento” de trasatlántico, que es de 1818. Sí, hasta 1818 ninguna compañía ofrecía un servicio regular de pasajeros entre ambas orillas del Atlántico (ni imaginar por el Pacífico; incluso por el Mediterráneo) haciendo énfasis en la comodidad de los pasajeros. Se efectuaba en buques a vela y se tardaban poco más de mes en hacer la travesía. Hombre, habría que irse a 1838 para que este mismo ítem tuviera verdadero carácter para estar en esta lista, cuando comenzó a hacerse con barcos de hierro movidos por vapor, tardando sólo dos semanas en la singladura Bristol-Nueva York, que inaugurara por el “Great Western” con sus 152 pasajeros.

Guía Michelin, 1900
El ferrocarril es de 1825 y el coche-cama es de 1837, el mismo año en que “se inventa” la piscina cubierta. La bicicleta es de 1839 y el telégrafo de 1844. De 1854 son la maleta (aunque habrá que esperar a 1987 para que ¡le pongan ruedas!), el ascensor y los seguros de viaje. Hasta 1875 no llegará el automóvil y hasta 1877 no hará irrupción el teléfono. Terminará el siglo XIX (con el año 1900) con los primeros zeppelines y con la aparición de la Guía Michelin, una guía publicitaria que André Michelin re-ga-la-ba por la compra de sus neumáticos. Era el súmun de la simplicidad: una lista de me-cá-ni-cos (los automóviles no eran de una fidelidad extrema de funcionamiento), otra de médicos, algún plano de ciudades y una lista de curiosidades del lugar. Hasta 1920 no incluirá restaurantes, y sus estrellitas calificatorias comenzaron en 1926, aunque hasta 1931 no empieza el ranking.

Ya el siglo XX nos traerá el aire acondicionado (1902), la roulotte (1907; alias “ca-ra-va-na), la aviación civil como transporte de pasajeros (1919), las autopistas (1919), las gafas de sol (1929) o las azafatas (1930); dieciséis años volando los aviones sin aeromozas, que es como aquí se las llamó al principio.

Claro, es que en aquellos primeros aviones, caber, lo que se dice caber… sólo cabían los pasajeros… que se podían contar con los dedos de una mano. El 5 de febrero de 1919 la compañía Deutsche Luftreederei comenzaba a operar la línea Berlín-Weimar, vía Leipzig, con aviones AEG con capacidad para cinco pasajeros en 2 horas y 18 minutos. Tres días después se inauguraba la línea París-Londres (2 horas y 35 minutos, sin escalas) con aviones Farman Goliath (bombarderos transformados, como los AEG) con capacidad para 11 pasajeros… y las consabidas sacas de correo que fueron los primeros “pasajeros” de la aviación comercial.

Pero sin lugar a dudas el hecho trascendental del Turismo, de la socialización del Turismo, son las vacaciones pagadas y esas, como la carta de compras, son del año 1936. Aquello sí que fue un ítem: las vacaciones pa-ga-das. Fue un acuerdo, a conveniar con los distintos países a partir de entonces, adoptado en Ginebra el 24 de junio, San Juan, de 1936. Su memorable Artículo 2 decía: “Toda persona a la que se aplique el presente convenio tendrá derecho, después de un año de servicio continuo, a unas vacaciones anuales pagadas de seis días laborables, por lo menos”. Y gracias a eso el turismo y las vacaciones en un activo más de todos (casi todos).


La profesora Anne-Mette Hjalager señala muchas cosas más, cien en total, que considera que son claves en esto del Turismo, como la tarjeta de crédito (1938), la crema de protección solar (1944), el sistema informático de reservas (1946), el cañón de nieve (1950), la mochila (1951; ¿qué sería de los mochileros sin ella?), la famosa cámara fotográfica “Instamátic” (1963; ¡qué gran invento de Kodak!), la guía Lonely Planet (1972), el mini-bar (1974; ¡sin palabras!)… y muchas otras cosas más.


Estaba todo ahí, pero la profesora Anne-Mette Hjalager lo ha recopilado. Y aunque nos pueda sorprender, estaba inventado.







[1] Ave endémica de Isla Mauricio (Océano Índico), extinta a finales del XVII
[2] Documento que contiene la promesa incondicional de una persona (denominada suscriptora), de que pagará a una segunda persona (llamada beneficiario o tenedor), una suma determinada de dinero en un determinado plazo de tiempo. Su nombre surge de la frase con que empieza la declaración de obligaciones: "debo y pagaré". La diferencia entre la letra y el pagaré es que el pagaré es emitido por el mismo que contrae el préstamo.

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