19 dic 2018

DE POLÍTICA TURÍSTICA -VIII- De cuando hubo dinero a punta pala. (Futures I y II)




La Ponencia para el análisis de la situación actual del Turismo en España que cerraba el Post de ayer fue un diagnóstico de la realidad del turismo español en la década de los 90. Pedía un plan de mejora de la competitividad centrado en la calidad del producto turístico, insistía en la formación y reciclaje de los trabajadores y de los directivos, apostaba por la innovación turística, planteaba la necesidad de los estudios de impacto ambiental, social y cultural de los nuevos proyectos turísticos y abogaba por el desarrollo de los sistemas de información de la oferta turística española. Exigía reorientar el sector bajo premisas de calidad y rentabilidad insistiendo en que la clave del éxito de final de siglo estaba en la “diversidad de los productos de ocio”. Vamos, lo que al poco iba a ser el Plan Futures.

En octubre de 1991 comenzó la reorganización de la estructura turística del Estado y se privatizó lo estatal que aún quedaba en materia de turismo -salvo Paradores-. Se suprimió el Instituto de Estudios Turísticos y se creó Turespaña (Instituto de Turismo de España). 

También se planificó el marketing turístico. Pero cuando se quiso ir más allá, sólo un poco más allá, se chocó con las CCAA que pusieron el grito en el cielo. Total: volvimos en los noventa a estar sin un modelo de política turística global, que es de lo que va esta serie de post. De ella y de su ausencia.

Claudio Aranzadi, el 4º ministro socialista de Turismo pasará desapercibido. ¿Alguien lo recuerda? Pero por lo menos recuerden que con él empezó el martilleo con la sostenibilidad turística. Apareció la Agenda Local 21, a partir de la Declaración de Río que sale de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. A Aranzadi hay que agradecerle ese empeño en que se viera al turismo como un sector económico más; lo que es.

De este periodo es la Comisión Interministerial de Turismo y la Conferencia Sectorial de Turismo. La colaboración público-privada desde la Administración central rompió las barreras y así, como anuncié, se llega al Plan Futures.

El objetivo principal era apostar por la calidad, pero sin desdeñar ni un ápice el aumento de la competitividad, la modernización de las estructuras empresariales y diversificar la oferta para hacerla más variada y atractiva. Plantea el Futures-I (1992-96) coordinarse y cooperar entre las administraciones, poner al día la oferta turística.

Contemplaba los Planes de Destino para promover una nueva cultura turística que resultaron ser un modelo de cooperación entre administraciones (central, autonómica y local). El Plan Piloto se ejecutó en Calviá (Plan de Excelencia para Calviá) con 1.500 millones de pesetas en inversiones para la renovación física del entorno y la invención de un programa para vencer la estacionalidad –“Calviá, el invierno europeo”- así como la creación de un Instituto -IFOC- para las cuestiones laborales (formación y ocupación) de la zona Calviá-Palmanova-Santa Ponça.

Y hasta 12 actuaciones se aplicaron a continuación a cargo del Futures-I: Torremolinos, La Manga, Valle de la Orotava, Gandía, Benalmádena, Roquetas, Gran Canaria Sur, Llanes, Peñíscola, Sant Antoni de Portmany, Menorca y Málaga. Casi 6.000 millones de pesetas de inversión.

El sucesor de Aranzadi y 5º ministro -no hay quinto malo y más si está frío- será Javier Gómez-Navarro Navarrete. Con él se consiguió la conceptuación de sector económico al demostrarle a la clase política -a la suya y a la otra- que el turismo no era algo coyuntural, como se venía comprobando desde mediados de los años 60 y no entiendo el por qué la inmensa mayoría no aceptaba.

Dejó preparado un Futures-II -Plan Marco de Competitividad del Turismo Español (1996-1999)- con líneas aún más definidas y específicas a través de 8 programas: coordinación, cooperación, calidad, formación, tecnificación, nuevos destinos, productos turísticos e I+D+I, crédito turístico y programa de subvenciones que, como estaba operativo el Consejo Promotor del Turismo (1994) se coordinaron iniciativas buscando equilibrios entre las ramas políticas y empresariales.

Y es en 1996 cuando irrumpe en la escena política el Partido Popular que gana las elecciones y Rodrigo Rato se convierte en el primer ministro de turismo del PP, con Fernández Norniella como Secretario de Estado. El Futures-II del PSOE estaba aún calentito y en el horno; y como había dado buenos resultados el Futures-I, aunque no lo habían parido, los populares deciden aplicarlo. Le dan un baño de azulete y al poco le añadirán las llamadas “23 Medidas de Actuación” que emanaron del Congreso Nacional de Turismo de 1997. Ahora se potenciará la calidad frente a la competitividad.

En el 98 Elena Pisonero accedió a la Secretaría de Estado con Germán Porras al frente de la dirección general y culminaron el plan; ahora con las CCAA (estrategia). Y se crearon los institutos de Calidad de la Hostelería y de las Agencias de Viaje. Se puso el máximo empeño en implantar un sistema de información y señalización turística homogéneo.

La cuestión era actuar sobre los destinos maduros del litoral a través de Planes de Excelencia Turística (mejoras ambientales y urbanísticas). Y para los destinos con patrimonio histórico se diseñaron Planes de Dinamización del Turismo centrados en la pernoctación: atraer más turistas que excursionistas, aunque campañas de marketing como la “Bravo Spain”, a mi entender, no significaran nada.

Al Futures-II (1996-99) le adjudicaron 55.000 millones de pesetas para 36 proyectos: desde una Estación Náutica en el Mar Menor a desarrollos generales en Oropesa del Mar, Sanlúcar de Barrameda, Lloret, Salou, Cambrils, Callella, Aranjuez, Trujillo, Peñafiel  y Fuengirola, junto a iniciativas en los valles de Tena, Benasque, Boí, del Cidacos y de Trubia, entre otras. En fin, muchos dinero: era la época de las vacas gordas.

Lo bueno del Futures-II es que se elaboró con la peseta devaluada, y con tensiones en Europa del Este y Norte de África: viento en popa a toda vela.

Por su parte, las CCAA habían comenzado a aplicar planificación desde principios de los años 90. Andalucía fue la pionera en 1990 con las Directrices Regionales del Litoral. El Plan Insular de Ordenación de Lanzarote (1991) y las Directrices Regionales de Ordenación del Territorio de Asturias (1991) sentaron las bases de la nueva etapa. Cataluña (1995), País Vasco (1997), Aragón (1998) y Baleares (1999) completaron la primera etapa, si bien Mallorca (1996) e Ibiza y Formentera (1977) habían sido las pioneras en ponerse a ello ordenando la oferta turística existente y dejando parámetros muy específicos y concretos a las iniciativas venideras.

Bueno, también se avanzó -en la última década del siglo XX- en la liberalización del transporte de viajeros por carretera, se redactó una nueva clasificación hotelera y se promulgaron leyes de incidencia -Ley de Costas (y su Reglamento)-. También se ratificaron los convenios internacionales sobre condiciones de trabajo en los hoteles y se autorizaron las operaciones de cambio de divisas en establecimientos turísticos tras la liberalización de tráficos e inversiones monetarias. Ah, se estableció el régimen del IVA y se consiguió uno reducido para el sector, así como la implantación del Turismo en la Universidad.

¿Lo más destacado de este periodo? Pues… el bajo nivel de implicación del sector privado, la raquítica planificación estratégica y la dificultad para dar continuidad a las programaciones con futuro. Pero dinero, contante y sonante, ¡un montón!




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