18 nov 2019

DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE BENIDORM (y II)




Seguimos donde los dejamos ayer, y en  septiembre de 1972 llega, desde Oriéntese, Semanario Alicantino, la primera crítica a la construcción del Museo Arqueológico de Benidorm. Viene firmada con las iniciales R.B.: “El paraje es bellísimo, el llamado Castillo de Benidorm es estupendo, viendo con pena que el estilo que se va a imprimir a dicho edificio no concuerda y rompe la línea armónica de dicha zona”.

Y, ¡cómo no!, el bueno de Juan Portolés respondía a R.B. -el 23 de septiembre- y le aclaraba que “de no hacerlo allí -en la plaza del Castillo- el terreno revertiría al Estado, perdiendo Benidorm la concesión del solar”… y porque el Grupo 13 quería hacer algo tangible. Portolés señala que el tal R.B. escribe así porque no conoce el proyecto que, dice Juan, “está en perfecta armonía con el paisaje”. Y anuncia que “antes de un mes entregaremos el edificio a la ciudad”.

Alzado Sur, del proyecto

Pero algo estaba pasando con las obras del Museo porque ese mismo 23 de septiembre, Ángel Luís firma un suelto en Ciudad con un recriminativo “Más hacer y menos hablar… ¡Charlatanes!” criticando la palabrería de algunos que ponen trabas al museo.

Pese a todo, en diciembre de 1972 el Museo Arqueológico de Benidorm estaba a punto. Se hacían eco de ello desde El Vigía, diario marítimo de Barcelona, al semanario de edición nacional EDITUR, o La Gaceta del Turismo, con el mismo añadido: “una vez terminado el trabajo de la puesta en marcha del referido museo tiene la intención -el Grupo 13- de la realización urbana de la Plaza de Emilio Castelar, o del Castillo, con la construcción de un mirador circular al Mediterráneo, a modo de los anfiteatros griegos o romanos”. Proyectos no faltaban… pero estaban muy creciditos.

Así, el 11 de enero de 1973 se anunciaba la finalización de la construcción del edificio del Museo Arqueológico de Benidorm. Y, como siempre, ahora venía lo gordo: dotación para estanterías y vitrinas, iluminación  y todo lo demás. Aún quedaba tajo.

11.01.1973; Ciudad informa

Pero casi seis meses después, en junio, el Diario Información se preguntaba: “¿Qué ocurre con el Museo Arqueológico?”. Las obras llevaban cuatro meses paralizadas. Y el tema era grave.

Resulta que transcurrido un año desde la cesión del terreno, si no estaba terminado el proyecto, las obras revertirían al Estado y este podría sacar a pública subasta tanto el terreno como lo que sobre él estuviera. Se hablaba de una repercusión económica importante. Los promotores había calculado unos 300.000 visitantes años que pagarían 10 pesetas por entrar, a lo que sumar las ventas de la tienda de un museo que no había costado nada al Ayuntamiento y produciría 4’5 millones de pesetas al año.

Pero las obras estaban paradas. El motivo de la paralización, se decía, es que en el periodo de exposición pública había habido alegaciones. Algunas habían sido resueltas sobre el tema de viales, pero había aparecido una más oponiéndose a que el museo tuviera ese fin porque esperaban que fuera la construcción para un equipo de fútbol -así lo reflejó la prensa- y la Comisión Provincial de Urbanismo, leo en el Diario Información del 2 de junio de 1973, con la firma de Pirula Arderuis, lo estaba estudiando. Lo cosa era grave: hasta podía ordenar su demolición. El alcalde Reverte denunciaba un empeño en que la iniciativa fracasase.

Mientras tanto, Enrique Llobregat, que dirigía el museo por ser director del provincial, se descolgaba, a favor del museo, diciendo que “según el testimonio del propio alcalde, él y otra persona solamente conocen el lugar exacto en una montaña cercana a la villa de una necrópolis ibérica con más de trescientas tumbas”. A estas alturas, frente al edificio terminado, se amontonaban viejos cañones extraídos del mar.

El 10 de agosto la sueca Solveig Nordstrom se preguntaba, desde las página de Ciudad, ¿cuándo estará abierto? (el museo). La señora Nordstrom hacía excursiones con grupos escandinavos por la comarca y destaca la riqueza patrimonial de Benidorm y habla del poblado ibérico de La Cala.

El 23 de septiembre Ciudad publica una foto de la puerta cerrada del museo defendida por dos cañones en sus nuevas cureñas bajo el titular: “Prohibido el paso”. En noviembre, Pepet le dedica unos versos al cerrado museo: En els canons tirats per terra, allí en lo més alt del Castell, el museo es fa ja Vell, sense fonar ni pau ni guerra. Jo no dic lo que deu de ser, ni vullc tampoco ficar el nas, haurà que resoldrer el cas, i d’ell algo tindrem que fer…”.

En noviembre, el quincenal El Bar decía que “Aún hay esperanzas de futuro para él”, refiriéndose al Museo. Y publica las respuestas de seis personas al respecto. Vicenta Pérez Espasa (consejera local del Movimiento) que no da relevancia al museo; Ismael Planelles Dalmau (galerista de Arte) que habla de ilegalidades al Patrimonio; Juan Fuster Zaragoza (director del Colegio Lope de Vega) plantea que “no debió hacerse nunca”; el promotor Jaime Puchades no lo considera de primera necesidad; Carlos Sambeat (presidente del Skal Club y uno de los promotores) que señalaba que “es lo único que hay en Benidorm de prestigio cultural” y se reafirma en “la buena fe de cuantos de una manera altruista han intervenido en su edificación”, reconociendo -¡y aquí está la madre del cordero!- que no se llevaron a cabociertos trámites”. Finalmente, Luis Duart Alabart, el párroco-arqueólogo, destaca que “Benidorm necesita un museo”. Y el padre Duart da una pista de la irregularidad: “ocupa más terreno del que realmente le corresponde”.

Y en eso nos quedamos. El 14 de diciembre, nuevamente en Ciudad, Manuel Ballestero habla de “El museo de las 13 ventanas” y con habitual pluma define el museo, al que ‘le sobra una ventana’, como el que va a mostrar “un Benidorm pretérito, escrito en las piedras y firmado en los objetos”.

En marzo de 1974, Canfali, da cuenta del Expediente 94/73 de Cambio de alineaciones en la zona del Castillo calificado como infracción urbanística -desde el 1º de febrero- por no tener licencia de edificación instando a la corporación a que, “atendiendo a razones legales, económicas, urbanísticas y estéticas adopte la resolución que proceda en orden al derribo a la legalización de la situación”.

01.02.1974: derribo o legalización
El Museo Arqueológico de Benidorm, al final, exhibió las rencillas internas de las gentes de este pueblo y nunca se abrió como tal. Hubo un gasto de dinero importante, de unos pocos, y un derroche de ilusión, de los mismos, ni compartido, ni correspondido. “No podemos permitirnos lujos de piqueta demoledora”, decía, a modo de Editorial, el semanario Ciudad, de donde surgió la idea.

En la primavera de 1974, el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Benidorm, Vicente Pérez Devesa, y el delegado de Cultura del Consejo Local del Movimiento, José Such Ortega, tuvieron que lidiar el astado… y se decantaron por la biblioteca.

El 1º noviembre de 1974, Juan Portolés, en su Punto Final del semanario Ciudad, saca a relucir la cuestión clave: “va mi amigo Pérez Martorell y declara que quienes dieron su dinero para construir un Museo debieron pensar que el hacerlo allí, precisamente en el Castillo, iba a sentarles mal a los nativos”…

Pocos días después el sus sección Flash de la Costa Blanca, del semanario de información y documentación turísticas EDITUR, Miguel Alberto Martínez Monge anunciaba que por acuerdo plenario el edificio originariamente pensado para albergar el Museo Arqueológico de Benidorm albergaría la Biblioteca Municipal “Gregorio Marañón”, “posibilitando a sus habituales usuarios el disfrute de una mayor comodidad para la lectura y servicios de préstamos” de libros en español, francés, inglés, alemán, flamenco, italiano y ¡¡esperanto!!

El genial Manuel Sánchez Luís lo dejaba claro: “existía un sitio y existía una carencia”. Y por ello el Grupo 13 se empeñó en el reto. Decía mi amigo: “La corporación presenció la construcción durante varios meses sin acusar su error de principio”.

El 14 de noviembre de 1974 el secretario del Ayuntamiento de Benidorm, Juan Antonio Baldoví Nácher trasladaba al presidente del Grupo 13 de Arte y Cultura la notificación del Acuerdo del Pleno de la Corporación, del día 5 de noviembre, donde se hacía constar “el agradecimiento de la corporación a las personas que en su día promovieron y financiaron la construcción del edificio… por el entusiasmo puesto al servicio de esta iniciativa y el acto de liberalidad de las personas que contribuyeron”.

Un agradecimiento que costó casi 2 millones de pesetas (de 1973) a unos particulares

El edificio del Museo Arqueológico de Benidorm convertido en Biblioteca saludó al Siglo XXI, pero cayó bajo la piqueta y en su lugar se levanta ahora una excrecencia urbanística. La biblioteca -Central de Benidorm- encontró alojamiento en la Plaza de Sus Majestades los Reyes de España, edificio Capitol, y cualquier pieza arqueológica que aparece en Benidorm, como marca la regulación, termina en el Museo Arqueológico Provincial.  

Y, a todo esto, yo me pregunto: ¿Qué contiene el ánfora fundacional del castellum romano de Benidorm?









Nota 1.- En la Urbanización Mont Benidorm hay un rótulo que reza: Museo Arqueológico de Benidorm. Es un local vacío que, en ocasiones, utilizan los arqueólogos dela UA en sus campañas de excavaciones en el Tossal de la Cala.



Nota 2.- En 2014, una exposición recogió la historia de la Biblioteca de Benidorm. Comenzó su andadura en la Calle del Pal, en 1972. Pero es que hoy hablábamos del Museo Arqueológico… en cuyo edificio recaló en 1975










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