16 nov 2019

APRENDIENDO DE BENIDORM; DE JOSÉ LUIS CAMARASA




En 1968, un grupo de profesores -Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven Izenour- y varios estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale emprendieron un viaje a Las Vegas con el fin de llevar a cabo un proyecto de investigación sobre el análisis formal de la arquitectura de la peculiar ciudad... Ese viaje se materializó en el libro “Aprendiendo de Las Vegas”… y supuso un punto de inflexión radical en la historia y la crítica de la arquitectura.

En 2009, un grupo de tertulianos -de Los cafés del Meliá-  emprendimos un viaje imaginario, sentados en torno a una mesa, con el arquitecto José Luís Camarasa, con el fin de llevar a cabo una espléndida tarde de investigación sobre el análisis formal del desarrollo arquitectónico de la peculiarísima ciudad de Benidorm. El resultado es este post: Aprendiendo de Benidorm.

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Uno no es tan original como pudiera llegar a desprenderse de estas primeras líneas. Pero Camarasa dijo, pasadas las ocho tarde -cuando el café exigía ser descafeinado-, lo del libro de Venturi, que debe andar por el trastero y luego recuperaré, y me brindó el comienzo. Porque ya el “aprendemos de los errores para hacer una ciudad mejor”, que su fue su frase colofón, quedó como descafeinada ante la contundencia de la referencia al libro de Venturi. Porque, en realidad, a estas alturas del siglo XXI, la arquitectura y el urbanismo sigue aprendiendo de Benidorm, sintetizo yo.

Treinta y ocho años como arquitecto municipal, el primer arquitecto municipal en plantilla del Ayuntamiento de Benidorm. Ese es Camarasa. Porque todo el mundo, desde que llegué a Benidorm siempre así lo he oído, le llama por su apellido: Camarasa. El José Luís queda para los muy íntimos.

Y lo recordó Camarasa: “García Solera, como Francisco Muñoz y otros grandes arquitectos que tuvo el Ayuntamiento de Benidorm, fueron arquitectos honorarios”. Es que Benidorm, donde Pedro Bidagor testó la Ley del Suelo de 1956, ha tenido asociado a su nombre muchas ilustres firmas de arquitectos.

José Luís Camarasa, alicantino, de padre salmantino y madre de raíces vascas, ha estado siempre viviendo y creando en el linde de la mar. Estudió en Maristas (de la Avenida de la Estación) y Arquitectura en Valencia. Y cuando se enfrenta a los primeros trabajos profesionales llega la época en que los Colegios de Arquitectos promovían la integración de estos profesionales en la estructura municipal; y es así por donde llega él a Benidorm. Y “Benidorm me cambió la vida”, confiesa; ya que vivió en primera persona “el proceso del paso de pueblo a ciudad manteniendo las ventajas del pueblo en la ciudad”.

En Benidorm, nos comentaba, “aprendí mucho de mis maestros: José Ramón García Antón y Paco Santiago; como ellos habían aprendido antes de grandes como Baldoví y otros”. Porque, en Benidorm, siempre ha habido grandísimos técnicos en la Administración municipal.

Y entonces pronunció la gran frase de la tarde: “El gran acierto de Benidorm es convertir el balneario decimonónico en el balneario urbano”. Y el matiz: “aquí, la cura del agua es para las personas sanas”. El ocio, apunto yo.

Hizo un repaso Camarasa al fenómeno Benidorm, desde don Pedro Zaragoza al Plan Parcial Armanello que en breve, anunció, se iba a presentar. Un fenómeno, Benidorm que, si bien comenzó con algunos detractores, hoy está plenamente identificado con la sostenibilidad y la eficiencia: “Hemos tenido unos grandísimo altavoces del fenómeno Benidorm entre las clases profesionales: Tusquets, Ferrater, Bohígas, Bofil…”.

Reconoció que “algunas cosas no se han hecho muy bien, como el espacio comercial en plantas bajas”. Vamos, los retranqueos. Pero anunció que “hay soluciones; han comenzado los hoteleros y hay propuestas para el resto de las edificaciones”.

Y anunció que “el plan piloto de cómo es el Benidorm del siglo XXI se verá muy pronto en Armanello, el nuevo ensanche de Levante, donde corregimos las cuestiones que estaban pendientes”.

Y ahí pronunció la otra frase que debía encabezar este Post: “Nueva York es como nosotros, pero a lo bestia”. Y nos desveló que “la manzana, en Armanello, tendrá mucho que ver con Nueva York”. Concluyó esa pincelada de futuro con un “Habría que mirar, en arquitectura, más a Nueva York y Chicago”; y en eso está Benidorm.

Y nos explicó que “el modelo sostenible es aquel que permite que generaciones posteriores puedan seguir haciendo correcciones” y aunque sobre el futuro, dijo, “hay más incógnitas que ecuaciones”, se muestra esperanzado porque detecta “el optimismo de la sociedad”.

No repara en elogios sobre ‘su’ ciudad; estos 38 años de doctrina aplicada le dan cátedra para hacerlo. “En Benidorm es inteligente el propio territorio que se planificó a largo plazo y se desarrolla muy despacio”. Destacó la apuesta inicial por la industria hotelera y reconoció que, ahora mismo, “la vivienda turística supone un reto que vamos resolviendo”.

Y entramos en el cuerpo a cuerpo de las cuestiones que proponemos los tertulianos. Y por ahí aparecieron temas como las viviendas sociales -“de renta limitada”, precisó Camarasa al tiempo que planteaba la necesidad de una postura comarcal y explicaba el funcionamiento ideal del proceso anunciando que en Armanello, “por ley, un 30% serán viviendas públicas”.

Y en esta fase tertuliana se insistió en los retranqueos. Camarasa señaló que “la ley anti tabaco y los certificados de compatibilidad urbanística han sido decisivos” y ahora hay menos, pero que con las nuevas propuestas tenderemos a erradicar la cuestión.

Hasta de las ‘ITV de las viviendas’ hablamos; que si el tráfico, que si los aparcamientos, que si el sexo de los ángeles. Para mí que nos salíamos de la planificación urbanística y la arquitectura, pero la tertulia sacaba cuestiones que Camarasa atendía.

Y le plantearon lo de los límites del crecimiento… y al oír esto me fui directo al año 1972 y al Informe del MIT (encargado por el Club de Roma); y me salió a relucir Donella Meadows… pero Camarasa me volvió al salón E del Meliá Benidorm: “el límite del crecimiento nos lo da la playa; pero la ciudad cosmopolita no puede pensar en ponerse a sí misma un límite. La ciudad hay que hacerla cada día más compleja; ese es el aliciente”.

Y con un manantial de cuestiones brotando, pero sin tiempo material para más, dejamos a José Luis Camarasa marchar.

El apunte final fue para ese ‘rascacielos tumbado -rascasuelos- que es el Ayuntamiento de Benidorm’, premiado por su singularidad y aportación a la arquitectura, que tiene ahora ejemplos que han seguido su estela “porque creamos una tipología”: Biblioteca Clinton, Estación de Berlín y algún ejemplo más que no llegué a anotar, absorto como estaba. El Ayuntamiento de Benidorm es una obra de José Luís Camarasa, aunque él pidió que alguna de las vacas sagradas del urbanismo dejara aquí su impronta. Pero el alcalde Pérez Devesa quiso que fuera él… y Florentino Regalado hizo los cálculos estructurales a mano: eficacia.

Ayuntamiento de Benidorm, Plaza de SSMM los Reyes de España, Benidorm // Clinton Presidential Center, Little Rock, Arkansas (USA)

Y así pasamos una tarde más, en Los cafés del Meliá, aprendiendo de Benidorm.






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