31 may 2015

DE NOSTALGIA DE LA UNIVERSIDAD


Ayer, sin más, me lo pedía el cuerpo, me volví a adentrar en el Campus de Sant Vicent de la UA. Cuando voy a la UA no paso de la zona de los Institutos Universitarios, aunque luego, para salir, recorra todo el vial. A lo más que llego es el Club Social II. Se me había olvidado hasta cómo es el trajín del día a día allí.

Pero ayer quise pasear hasta “mi” Facultad. Aquello estaba vacío; más sola que la una. Actividad, eso sí, en el Aulari II y en la Biblioteca General; pero lo demás estaba todo más sólo que la mítica Fonseca, aunque no más triste, como cuenta la canción de la Tuna. Chiquellería y algunas mamás paseando también las había, a lo lejos. Y muy concurrida estaba la zona deportiva. Pero salvo eso, tranquilidad. Y todo cerrado.

La torre de control del viejo aeródromo estaba radiante, inmaculada y reflectante. El silencio la hacía más grande. El viejo hangar lucía sus costillares férreos y me encontré, que en mi época no estaba, con el Paseo de las Piedras. Interesante: ¿cuántos habrán reparado en ellas? Eché un tiempo leyendo el origen de aquellos grandes pedruscos, algunos originales, y continué. “Mi sitio” de aparcar estaba vacío, como toda aquella parte del campus. Tan vacío que hasta una ardilla disfrutaba del lugar. Una pareja, con una carpeta de apuntes (para los dos), iba camino de la Biblioteca General y exclamaron al verla: “¡Mira, ves; es ‘Pizpireta’, la ardilla de Filosofía!”. ¡Joder, esta gente tiene de todo! Hasta ardilla con nombre. Y sí, allí estaba “Pizpireta”. Le hice una foto.

De vuelta sobre mis pasos llegué hasta la librería Compás, me compré un librito sobre la Almadraba -¡Dios, qué vicio con los libros!- y di por concluida mi inmersión en el mundo de la nostalgia académica.

Lejos de la Biblioteca y del Aulario II se oía el silencio, brevemente interrumpido por el piar de los pájaros y algunos pasos. Al fondo, algarabía de chiquillería y un poco de tránsito en la zona deportiva. Cargué las pilas… que buena falta me hacía.





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