12 jul 2020

A PROPÓSITO DE LA CONCERTADA Y LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA (VI)


Acabando que estamos, llegamos a la 2ª República y a su febril actividad por arreglar esto de la Educación. La premisa base: la enseñanza era clave para instrumentar la revolución pendiente. Y siempre entraban en liza las cuestiones de la laicización, la universalidad y la vertebración del sistema estatal.

¿Con qué arrancaba la aventura republicana? Pues con un analfabetismo de impacto (32% de los hombres y 40% de las mujeres) y un desprecio generalizado a la cultura por la mayoría de los paisanos. Por eso se encomendó al maestro, a la figura del maestro, la misión de llevar la Educación hasta el último rincón del país. Fernando de los Ríos, como ministro, y el callosí Rodolfo Llopis, como director general de Enseñanza Primaria, sabían que del éxito del maestro dependían todo los logros futuros de la República y legislaron en su apoyo. Y hasta la Constitución de 1932 contempló la europeización de la Educación, obligatoria y gratuita en su primera etapa. La oposición llegó de la Iglesia, que perdía así el control de los centros y los libros, y de la Asociación Nacional del Magisterio Primario que, sabedora de que se necesitaban más colegios para aplicar los postulados de la República, pidieron la posibilidad de elección de centro y, de paso, se posicionaron contra la escuela única. 

Los primeros cálculos establecieron que se necesitaban, y de forma urgente, 27.151 escuelas en el país. Existían 32.680 (de todo pelaje y condición) y teníamos 1’53 millones de niños sin escolarizar en 1931. Y puestos a comprobar la realidad se encontraron con hasta 10 categorías de maestros que cobraban entre las 2.000 y las 8.000 pesetas anuales, estando la media en 3.200 pesetas. La Plantilla de maestros apenas superaba los 36.000 y de inmediato se crearon 7.000 nuevas e insuficientes plazas de maestro, porque los presupuestos no daban para más.

Los primeros en bajar al fango a defender la escuela nacional fueron Marcelino Domingo, Rodolfo Llopis, Manuel Bartolomé Cossío y Miguel de Unamuno, que estaba en la pomada; cada uno en su cargo. Le aceptaron a Cataluña la imposición del catalán en la escuelas (29.04.1931), suprimieron las Juntas Locales que mangoneaban la educación a nivel municipal y decretaron tanto la educación mixta como la no obligatoriedad de la enseñanza de la Religión católica, implementando una formación moral libre que no todos entendían ni como “moral” ni como “libre” pues muy al estilo patrio, se imponía. Transigieron en que podía existir la enseñanza religiosa en las escuelas primarias si la solicitaban los padres y la impartía el propio maestro, o voluntaria y gratuitamente un sacerdote. Se intentó que la escuela mostrase su neutralidad, pero cada maestro tenía su corazoncito y veníamos de unas muy duras etapas.

Una de las más espectaculares iniciativas de la 2ª República fueron las Misiones Pedagógicas para la España rural (que era casi toda). Juan Vicens y María Moliner tomaron el mando de las Bibliotecas de estas misiones que incluían cine, música y teatro; esta última sección a cargo de Alejandro Casona. Incluso se contó con un Museo Circulante que llevaba a los pueblos copias de las grandes obras de El Prado, de la mano de Luís Cernuda y Alejandro Gayá.
Furgón-biblioteca de las Misiones Pedagógicas
 En esta época se potenció la Escuela Normal de Magisterio, implantada en 1839. Echo en falta ahora haberla citado en los post previos. ‘Normal’ viene de norma; vamos, que seguía una norma estandarizada para enseñar el método, la didáctica y la pedagogía y sus alumnos, al superar esta etapa, entraba en la docencia y el escalafón.

Cuando se proclamó la 2ª República estaba vigente la Ley Moyano (1857… y que seguiría hasta 1970) y se encargó a Lorenzo Luzuriaga redactar el nuevo texto legal que, de momento, sufrió un paréntesis con las elecciones de 1933. Aquel gobierno, también de la República pero de tinte conservador, sacó adelante el Plan de Estudios de Bachillerato (Plan Villalobos; Filiberto Villalobos, 1934) para la Enseñanza Media, en una España que en 1933 contaba sólo con 111 centros de Secundaria. Resultó coherente, realista, moderno y eficaz. 

Y en las nuevas elecciones de 1936 volvimos a los postulados previos a 1933, hasta el golpe de estado y el inicio de la Guerra Civil, que dejaron sin luz el texto de Luzuriaga.

De pasar de ella a tenerla en primer plano, la Educación había resultado, desde las revoluciones liberales, el arma por excelencia para conseguir “la revolución”; incluso socavar el orden existente (escuela racionalista laica). Su principal figura era el maestro;  y el maestro republicano fue en muchas partes de España el agente revolucionario por excelencia.

Durante la Guerra Civil, cada bando intentó la normalidad de la sociedad lejos del frente y las tareas de enseñanza continuaron. La educación entró como elemento ideológico de unos y otros; y radicalizó los discursos educativos. En la zona republicana se exacerbaron las iniciativas radicales y se centraron en destruir los símbolos burgueses; desarrollaron las Milicias de Cultura, el Politécnico Obrero (21.04.1937), los Ateneos Libertarios y la Escuela Nueva Unificada. En la zona sublevada se incentivó la escuela católica, se depuró y apartó a maestros ‘republicanos’ de su oficio y el se centraron en contar y recontar las gestas imperiales de siglos pretéritos como base de la España imperial.

En 1939, el Nuevo Estado franquista comienza a instaurar una escuela entre la tradición y la modernidad en una dura lucha que se mantendrá 30 años, hasta la nueva ley que sustituya a la de Moyano. La escuela franquista implementará enseñanzas de acuerdo a la moral y a los dogmas católicos, la personificación de la nación en el Caudillo y los principios de Dios y Patria, con maestros al servicio de la causa y del Ministerio de Educación Nacional (1938) que dirigirán Pedro Sáinz Rodríguez y José Ibáñez Martín (1939-1951). La modificación de planes de estudio y textos fue la menor de las cuestiones. En 1943 se regulan las enseñanzas universitarias, en 1945 la primaria y en 1949 la enseñanza profesional ante la acuciante necesidad de obreros formados tecnológicamente. La Falange y la Iglesia católica se enfrentarán por el control de todos y cada uno de los estamentos; ganó la Iglesia en lo que se ha llamado victoria del nacional catolicismo sobre los rescoldos de los modelos extranjerizantes y deformadores de mentes que había dejado la República y que se combatían con los nuevos maestros de las primeras promociones del nuevo sistema, la mayoría salidos de los cuarteles y las milicias universitarias, que cambiaron correajes por enciclopedias.

Y a partir de 1951 la cosa comenzó a cambiar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario