4 jul 2020

A PROPÓSITO DE LA CONCERTADA Y DE LA ENSEÑANZA… (I)


Ya empezamos mal: la llaman Comisión para la Reconstrucción Económica y Social, como si se hubiera destruido algo. Quieren imprimir la idea de reconstruir frente a la lógica de recuperar. Y con ello sentar sus bases y cambiarnos el modelo y el concepto, siendo, al final, más de lo mismo. Cosas de la progresía que dice que quiere cambiar, cuestiones semánticas, en vez de hacer algo de verdad, más allá del postureo político.

Dicen que están a favor de la escuela pública; ¡toma!, y yo. Pero hay lo que hay.

Y se olvidan de cuando el Antiguo Régimen (y no me refiero a Franco) y la consolidación del estado liberal. Fueron los liberales los que apostaron por la escuela pública, escuela nacional que la llamaron, para conseguir la nacionalización de masas (dijeron) y, con ella, la vertebración de este país. Bueno, lo mismo les duele en el orto porque la primera misión de aquella escuela fue que todos los ciudadanos aprendieran la misma lengua y un pasado común como pueblo con gestas y personajes. Lo mismo, por esto, ya la ven mal los de la nueva progresía porque se trataba de construir país.

Pero a lo que voy, de momento hoy: a la concertada. Y este es un debate Guadiana que sale de vez en cuando para tocar los bemoles.

Se llama concertada a aquella educación que se imparte en centros no creados por el Estado. Son centros de naturaleza privada (no creados por la Administración) pero subvencionados en gran medida por la ella. Tienen libertad de gestión con una adaptación a ciertos condicionantes establecidos por el gobierno como límite de alumnos por clase, fechas, admisiones etc. Y, por cierto, con la concertación, el Estado no subvenciona empresas sino a personas para que puedan ejercer sus derechos. Pero este matiz, lo mismo les pilla fuera de órbita.

Se habla ahora, en la célebre comisión esa que se han sacado de la ideología, de un fondo extraordinario de dos mil millones de euros (1.600 en realidad, porque 400 van a las universidades) y han pedido que vayan sólo a los centros de gestión directa. Por ahí se dice, cuenta, rumorea y argumenta –El País, concreta- que en el caso, por ejemplo, de los estudiantes inmigrantes resulta que a la concertada sólo llega el 14,1% del total, terminando el 79% en la pública… con datos del ministerio del ramo. Además, mientras el 2,3% de los alumnos de la escuela concertada tiene necesidades especiales de aprendizaje en primaria, en la pública son el 3,7%. En secundaria la diferencia se acorta: representan un 2,7% en la subvencionada y un 2,8% en la pública.

Que la ‘comisión de reconstrucción’ rechaza incluir a la escuela concertada en el reparto de fondos extraordinarios para educación ha sido la noticia de la semana que iniciaba el mes de julio. A mí me resulta incomprensible la propuesta del Gobierno de dejar fuera a la enseñanza concertada de las ayudas estatales para la recuperación educativa. Para mí no tiene sentido excluir de las ayudas a centros que acogen a una parte tan importante de los alumnos, que además, en su mayoría, también tienen necesidades económicas y sociales.

Lo mismo es que España es uno de los países con más centros escolares concertados de Europa, colegios privados subvencionados por el Estado. Aquí uno de cada cuatro alumnos estudiaba en uno de ellos (el 25,95%) frente al 67,3% que lo hacía en colegios públicos y el 6,9%, en totalmente privados, en el curso 2017-2018. Y esole puede producir urticaria a más de uno.

Sólo Bélgica, Reino Unido y Malta, según datos de Eurostat, tienen más escuelas concertadas que España. En el otro extremo, países como Irlanda, Rumanía, Croacia, Alemania o Finlandia superan el 90% de sus estudiantes en centros públicos. De media, los países europeos tienen un 81% de escuela pública, un 13% de concertada y un 6% de privada. Fuera de Europa, en Estados Unidos, la educación primaria y secundaria es abrumadoramente pública, el 91%. Además, la enseñanza de religión está prohibida por la Constitución en la educación pública.

Vengo de una familia de docentes de la pública. Yo he sido docente en la pública; poco tiempo, tal vez, pero suficiente para conocer la gloria y desvergüenzas que atesora.

Y preparando este post, con la que estaba cayendo de estos días atrás, me ha impactado un editorial de El País, del sábado 4 de julio, a favor de la Concertada. Bajo el título –Un veto injustificado– ya a las clara deja caer que “La educación concertada no puede ser excluida del reparto de fondos por ser de titularidad privada”. Y es que es así.

De momento, el Artículo 27 de la Constitución consagra el derecho de libertad de enseñanza; y con la concertada hay una posibilidad más para ofrecer garantía de pluralidad ideológica, lo que le debería venir muy bien a una sociedad democrática como la nuestra. ¿O no? Con la concertada hay modelos educativos que irrumpen en escena, siendo esa variedad de modelos un síntoma de madurez democrática. ¿O no?, que vaya usted a saber que es lo que se quiere en Moncloa. Y para cerrar este primer pildorazo de la serie está la cuestión -que alguno olvida por banderizo- de que son los padres los responsables de la educación de sus hijos y el Estado es el que debe crear el marco para que se den esas garantías de pluralidad hasta en la Educación.


El último toque del párrafo anterior va en atención a la ministra Celaá y su “No podemos pensar de ninguna de las maneras de que los hijos pertenecen a los padres”, perla del 17 de enero de 2020, San Antonio Abad, que la pandemia no debe hacernos olvidar. Si es que todo ya va encadenado.
Claro, si ya de principio entra en liza la abyecta cuestión de la homogenización al pensamiento único, mal vamos.

Y un argumento final: tal como está el parque, la educación concertada es un apoyo para el sistema educativo en este país y casi todos. Sin ella no se podría cubrir la demanda educativa con la misma inversión.

Y expuesto esto, llegamos a la prueba del algodón. Hay una publicación que año tras año nos da una sonora bofetada en esto de la Educación. Es de la OCDE y se llama Panorama de la Educación (Education at a Glance. OECD Indicator). Recoge indicadores de 36 estados miembros y a España se le compara, además, con los 23 estados de la UE que son de la OCDE.

Hay una cosa común a todos los informes y es que para España siempre dice que “El nivel educativo de la población adulta española (25 a 64 años) sigue mejorando”… que 1992 a 2019 (que es el último) es para que se notara ya, digo yo.

Aún así, con eso de que seguimos mejorando, casi el 40% de la población tiene solamente los llamados estudios obligatorios (estudios básicos). Si nos vamos a la media de la UE23 ya nos da un parraque; los hay que han reducido esa cifra al 18’7%. Con estudios terciarios (universitarios) superamos la media europea: 37’3% frente a 35’2%. Pero en segunda etapa de Secundaria estamos en 22’9% frente a 46’2%. Ahí tenemos trabajo.

En fin, que me propongo entrar de lleno en analizar dónde está la oveja en esto de la educación patria… entiéndase la madre del cordero.


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