25 oct 2010

Entre lo gitano y lo flamenco (II)

(II) Lo flamenco

Por imperativos del oficio me he visto obligado a unir lo gitano y lo flamenco. Vaya este resumen. Ayer fue lo gitano; hoy, lo flamenco.

El flamenco será en el arte donde triunfen merecidamente los gitanos. Por donde han pasado han bebido de sus raíces musicales: India, Persia, Arabia, Turquía, Grecia, Armenia… En España convivieron con judíos y moriscos… y comenzaron a hacerse un hueco en las fiestas. La “zambra”, una danza morisca -con muchas similitudes con la “danza del vientre”-, era imprescindible en las fiestas populares desde el Medioevo en Andalucía, Extremadura y el arco mediterráneo español. Ni las normas eclesiales podían con ella. Tras la expulsión de los moriscos (1607) las gitanas pasan a bailarla en exclusiva y son muy demandadas pues añaden ademanes propios, dicen, traídos de India, Persia y Turquía. Se enseña la tradición de madres a hijas en las cuevas, junto a las ciudades. Y en ellas nació ese arte de “Gilianas”, “Romances” y “Alboreás”; en ellas surgió el flamenco.

Blas Infante (1885-1936), el “padre de la patria Andaluza (¿?)”, investigador del nacionalismo andaluz, mantuvo, y pocos le rebatieron, que el “flamenco” eran los cantos de los moriscos, el “fellah-en Kun”; y los gitanos estaban siempre asociados a los moriscos hasta su expulsión y fueron luego los continuadores de sus tradiciones. George Barrow, en su libro sobre los gitanos (1841), apunta que se les llama “flamencos” porque venían de Flandes; craso error.

Pero hay una cuestión más, para la amalgama de culturas que encierra el flamenco: el toque judío. El cante más profundo y ancestral es el “cante jondo” que proviene, según todos los investigadores, del canto “Yom-tob” de las sinagogas. En los ritos judíos suenan cantos que nos llevan a la “saeta”, a la “seguiriya” y al “fandango”… Y el “olé” típico del flamenco viene de la voz hebrea “joleh” que significa “tirar hacia arriba”; lo mismo que el “arsa”, que no es otra cosa que la andalucización de la voz “alza” (eleva).

Tras la Guerra de la Independencia, se afianza el sentimiento “español” y como no hay nada propio identitario se recurrió a lo “cañí” (de raza); a falta de un caudillo tribal pre-romano o de un héroe medieval se contentó con una mezcla de guerrilleros de la Sierra de Ronda, toreros y campesinos que cantan y bailan festejando los éxitos conseguidos; cualquier cosa frente la Ilustración francesa y el refinamiento. Y funcionó el flamenco.

El flamenco es “cante”, “toque” y “baile”. Primero la voz: cantar con sentimiento. A cada modalidad se llama “palo”, conociéndose más de medio centenar de “palos” (romances”, “tonás”, “seguiriyas”, “soleares”, “tarantas”, etc.). Luego la música; música de guitarra con acompañamiento de palmas, castañuelas (no sé como lo vas a traducir) y cualquier cosa que marque un ritmo. Finalmente, bailar: de forma muy expresiva, moviendo pies, piernas, cadera, talle, brazos, manos, dedos, hombros y cabeza, sintiendo lo que se baila. Bailar con “duende”.

El que mejor definió el “duende” del flamenco fue Goethe (1749-1832); el alemán dijo que era “el poder misterioso que todos sienten ante el baile y el cante flamenco y que ningún filósofo ha podido explicar”; las mismas palabras del dramaturgo alemán, que visitó España en 1786, las empleó Federico García Lorca (el poete del “Romancero Gitano”, “Poema del Cante Jondo”, “Yerma”, “Bodas de Sangre”…), en 1922, presentando un concurso flamenco.

Y quiero acabar con duende; hay un final precioso. Estrabón (siglo I) fue el primero en hablar de ellas. Las Puellae Gaditaneae eran las bailarinas de la Hispania que encontraron los romanos. Se las llamó “de Cádiz” (Gades; gadinataneae) porque embarcó en Cádiz el primer grupo que bailó en Roma, pero eran de todo el litoral sureste de España. El poeta Marcial (siglo II) ya las elogia y describe sus “crusmata baetica”, sus castañuelas. El coetáneo Juvenal (siglo II) destaca el interés de Roma por su baile y que fueron las que montaron las primeras “academias” de danza en Roma.

A las Puellae Gaditaneae se las representa en los relieves de la época con las mismas posturas que las bailarinas de flamenco de hoy. ¿Coincidencia?

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